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21 de noviembre de 2007

LA GUARRILLA DE HEIDI



Ya era hora que algún gobierno tomara cartas en el asunto. No quisiera pecar de oportunista pero lo dije en su momento y se me tomó por salido y enajenado. Ahora las autoridades turcas han puesto las cosas en su sitio. Ningún niño de ese país podrá ver las bragas a Heidi. Ya saben que ella era muy de bajar la colina con la falda tapándola la cara y las enaguas ardientes al aire pensando sin duda en su próximo fornicio con Pedro (véánles en el dibujo justo después de consumar). Desde el primer momento, siendo yo casi un púber, fue víctima de esta provocación sexual que me arrojo en manos del onanismo. Heidi era una guarrilla de tomo y lomo y ya era hora de que alguien lo dijera ¿Qué se creen? ¿Qué los coloretes eran del frío de los Alpes? Qué va. Simplemente los efectos del contumaz restriegue mientras Niebla y la cabra vigilaban para que no les soprendiera el abuelo. Pobre anciano. Qué engañado le tenía la nieta. Por lo menos los párvulos turcos se evitarán el fracaso escolar al que estarían abocados. A ver quien saca ni siquiera un aprobado raspado teniendo que convivir con esa obsesión por beneficiarse a Heidi en tanto Pedro guardaba nueces en su zurrón. En España no tuvimos tanta suerte. No contentos con calentarnos las hormonas con Heidi nos ponían La Casa de la Pradera. Qué gran erotismo destilaba esa singular familia. Qué morbo con las hermanas Mary y Laura Ingells adornadas son sus sugerentes sombreros y sus ajustados y provocativos vestidos. Por su holgura, la casaca de Demis Roussos parecía un traje de lycra. Qué infancia, Dios Santo, qué infancia nos dieron.

25 de junio de 2007

HEIDI TAMBIÉN AMENAZA CON VOLVER


Ya sólo falta que me vuelva a salir el acné. Si era poca mi alegría por la vuelta de Georgie Dann ¿qué decirles de cómo se me ha quedado el cuerpo al saber que también regresa Heidi? Y eso que a mí Heidi ya me pilló con la edad suficiente para sospechar que combatía de dos maneras el frío de los Alpes. O desayunando con el abuelo unas rebanadas de pan regadas de morapio (si no ¿de qué esos coloretes?) o dándose el filete con Pedro mientras Niebla orinaba sobre el trineo. No tengo pruebas pero recuerden que soy periodista y, por tanto, ni puñetera falta que me hacen.

Yo lo dejo caer y no descarten que coja el testigo el 'Aquí hay tomate' y conviertan a la tierna y entrañable Heidi en una fulana del peor pelaje. A caballo entre Heidi y Marco creció una generación ejemplar. Sólo así se entiende que después de haber soportado esos dramones la mayor parte de aquellos niños no se hayan echado en masa en brazos del alcohol y la drogadicción. Yo tuve más suerte. Sólo me reconozco en Los Chiripitifláuticos; aquel programa en blanco y negro que ponía algo de color a nuestra infancia. Claro que no todo era jauja. También nos quitaban la roña de los codos con piedra pomez. Y escocía, vaya que si escocía.

Yo no sé para que nos están dando la brasa con la celebración de los treinta años de la Transición si por aquí no pasa el tiempo. Vuelve Georgie Dann, vuelve Heidi y El Equipo A (panda de gañanes), el Madrid gana la Liga, en los especiales de Nochevieja sale Manolo Escobar y Raphael y yo sigo conservando un tipito de adolescente. Lo dicho. La vida sigue igual (ese Julio).