2 de julio de 2007

PERROS A LA CARTA

Estoy consternado. Si no fuese por ustedes y por esta profesionalidad que a veces me asusta yo debería estar camino de Valencia. No, no me han nombrado fallero mayor. Ni estamos en fecha ni está ya uno para esos trotes. Además con el perímetro craneal que gasto más que una peineta me deberían poner en la nuca para recogerme el moño la pala de una excavadora. Simplemente la última regata de la Copa de América se ha estancado por falta de viento. Qué desgracia. Allí debería estar yo, armado con dos pay pay en el puerto dando aliento al velamen. Arrimando el hombro para que este grandioso y singular evento no se vaya al carajo. No me digan que no lo están disfrutando. La Copa América de Vela. Todo un sueño (no sé transcribir la onomatopeya de un suspiro pero dénlo por exhalado). Sin embargo, aquí me tienen con las legañas atenazando mis pupilas y observando a duras penas cómo soba mi sultán recogido sobre sí mismo como una ensaimada mallorquina. Desde ayer no hago más que sacarle algún defecto para cuando haga el pedido ¿Ah? ¿Qué no lo saben? Ya se pueden pedir perros a la carta. Como si fueran unos spaghetti a la carbonara. No para comérselos, quede claro. Para eso ya se inventaron los restaurantes chinos. Hablo de ciencia no de alta gastronomía. Los avances en el genoma canino posibilitan que, desde ahora, usted puede tener como mascota a un tipo con la cara de Pluto y la mala hostia del perro de Baskerville ¿No es genial? No me digan que no anhelaban que llegara este día. Yo, que soy un clásico, me voy a quedar con el mío. De natural me gusta la imperfección. En caso contrario me sería insoportable convivir conmigo mismo. No digo tampoco que de este agua no beberé. Quien nos dice que, a este vertiginoso ritmo, pasado mañana no podamos hacer lo propio con el ser humano. No digo vacunarle y desparasitarle sino elegir el que más te convenga o satisfaga. Por ejemplo un tipo con la cara y el cuerpo de Brad Pitt, mi gracejo consustancial y algún detallito de Nacho Vidal. Un lujo. Yo desde que conocí a Angelina Jolie tengo difícil la elección (he dicho la elección) pero seguro que, hasta a ella, se le escapa en alguna ocasión una flatulencia improcedente. Lo único que exigiría en el pedido es que al menos tengo el mismo tiempo de garantía que una batidora. Nunca se sabe. Ya saben que lo importante es el interior. Claro que hasta que profundizas...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me cuesta trabajo creer que Angelina produce flatulencias improcedentes, no me lo creo, no, las diosas no hacen esas cosas. Creo que estás equivocado.
César

Anónimo dijo...

Anda ya César... anda ya. Tu si que estás mal del riego.

Anónimo dijo...

Parece que hoy has madrugado, César.

Me viene a la memoria un chiste de un perro que era pequeñito, pero se comía a los grandes.Al querérselo comprar otro tipo,el dueño pidió una suma bastante elevada, achacando que le había costado muy caro hacer la cirugía al cocodrilo.

Pues eso entre clones y cirugías, ya no se sabe lo que es chicha ni limoná.

paredes

Anónimo dijo...

Entendido, paredes, entendido ... "pos" me habéis puesto bueno jajaja
César