APOLOGÍA DEL FORNICIO

Debo andar con el depósito en reserva pero me voy a poner al tajo. A procrear, a procrear hasta que el cuerpo no aguante más. He calculado que, si me quito la hora de gym, el aperitivo de entre horas y el visionado del teletienda, gano un tiempo precioso para dedicarme a la coyunda y, de paso, ir apañándome la pensión. Con tesón y suerte me puedo poner en diez vástagos que multiplicados por los dos mil quinientos euros que nos dará ZP por cada españolito de bien que alumbremos me da para la entrada de un apartamento de una habitación en Gandia. Lo malo es dónde metes a los niños. Siempre puedes tirar de literas pero, en ese caso, el pisito debería tener los techos más altos que el Palacio de Liria. O puedes, se me ocurre, comprarte un monovolumen y vivir como los nómadas entre Gandia y Cullera. Como Marco Polo pero con bermudas y gorrito de delfines.

Cierto es que los críos gastan una barbaridad y que con ese dinero apenas tienes para los pañales, los potitos y para guardar, si acaso, el remanente en la hucha para que se compre la play cuando haga la Primera Comunión. Tan cierto como que con esta campaña a favor del fornicio aumentan las posibilidades de que entre sus retoños, por pura estadística, surja otra pequeña Melody y le retire del curro. También, y no hay que ocultarlo, crecen de manera proporcional las opciones de encontrarse en una restaurante en vez de a un niño gritón a tres o cuatro.

Ya saben, esas criaturas capaces de amargarte una velada que prometías romántica y que preveías acabar acompañado en la cama si no para colaborar en la campaña de ZP al menos para pasar un buen rato. Niños que te gritan al oído, se rebozan por la moqueta, te muerden los tobillos por debajo de la mesa mientras sus padres comentan despreocupados las últimas ofertas del Carrefour ¿A qué saben de qué les hablo? Voy a sosegar que me enveneno sólo con pensarlo.

Si esta oferta de ZP hubiera llegado en tiempos de la caverna de Franco a buen seguro tendríamos a unos cuantos compatriotas en el 'top ten' de la lista de ricachos de Forbes. Entre los condones de ganchillo (muy monos, muy artesanales pero poco prácticos) y que sólo estaba la Primera y el UHF en España, algunos lo recordarán, se copulaba con la misma intensidad que los conejos y, en muchos casos, con la misma rapidez. A oscuras pero a todas horas. Entonces, como mucho, te llevaban al Pardo a ver al Caudillo (nada que ver con ir con los niños a Port Aventura), te hacían una foto con él (menudo recuerdo) y te gestionaban un descuento en el tren aunque casi hubiera sido mejor idea y más práctica que te regalaran un vagón.

Ahora, sin embargo, ZP, que es mucho más democrático y más alto que don Paco, nos permite que echemos mano del calendario para que, si queremos el televisor grande de plasma para ver el próximo Mundial, descontemos nueve meses por delante y nos pongamos a ello. O el televisor o cambiar el suelo de la cocina o comprar la Termomix de última generación. Y todo ello a cambio de echar un kiki y acertar ¿Se les ocurre mejor propuesta electoral? Por cierto ZP ¿no habrán sopesado alguna ayuda menor para quienes no puedan aliviarse en pareja? ¿A cuánto cotiza el gatillazo? ¿Desgravará?