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27 de noviembre de 2007

MACETAS PARA VAGOS

Un chino ha inventado una maceta para perezosos. Un sofisticado sistema de riego permite que con regar dos veces al año cumplas. Es decir como la vida sexual de muchos matrimonios pero con olor a jazmín en vez de a calcetines con trienios. De todos modos los chinos saben poco de cómo somos los vagos. Es más, un vago de Pekín aquí pasaría perfectamente por una persona hiperactiva. No hay más que ver el horario de sus tiendas o lo que tardan en traerte un cerdo agridulce antes incluso de que lo hayas pedido. Un vago de verdad, digamos para darle mayor énfasis un vago con dos cojones, es capaz de comprarse la semilla del geranio, plantarla, ir luego a un balneario para recuperarse de tan colosal esfuerzo, y, ya más relajado, esperar tirado en el sofá hasta que las primeras y tímidas raíces asomen entre el mantillo. Allí, espatarrado en el sofá con el bote de Mahou apoyado livianamente sobre la barriga a uno le da tiempo a meditar sobre lo divino y lo humano. Una especie de filosofía zen pero interrumpida a menudo por un rebelde eructito y umas masticaciones de panchitos. Qué sabrán los chinos de vagos. Lo mismo que yo de la vida sexual de Confuncio. Claro que no debía de tener ni tiempo de copular. Todo el día madurando citas y total para acabar impresas en el Myrga encima del número de teléfono de Telepizza. Ya ves tú. Tanta espritualidad y tanta leche para acabar así o, lo que es mucho peor, cerrando con tu cita el informativo de Sánchez Dragó que de tanto zen y tanto zan ya ven cómo se ha quedado. Cómo para comerse ahora un par de rollitos de primavera. Yo soy más de fabada. A veces, no crean, uno es capaz de levitar con sus propias flatulencias.

25 de julio de 2007

UN CHINO 'ENROLLAO'


No es por faltar al respeto pero acaso su intelecto haya sido incapaz de desentrañar la importancia histórica de este apretón de manos. Usted podrá pensar, si es que cuenta con esta actividad entre sus hobbys (en caso contrario siga viendo la tele) que pudiera tratarse tan solo de dos ciudadanos chinos felicitándose el uno al otro por cómo le ha salido de sabroso el cerdo agridulce. No tiene usted criterio y perdone las disculpas si le ofendo. El hombre que porta por sí mismo con su mano izquierda el paraguas es el primer ministro Wen Jiabao. Si incido en el detalle de que es él mismo quien sujeta ese utensilio no es porque pese una barbaridad y sea toda una hazaña hercúlea sino porque un acto para nosotros tan común le ha erigido en ídolo popular. Y eso con la numerosa población de China no es cualquier cosa. Para que se hagan una idea le ha aupado al ránking de la campechanía más absoluta que lidera desde hace décadas nuestro Rey Juan Carlos. Por lo visto, en China los mandamases nunca llevan el paraguas. Esto puede parecer normal si no llueve pero es que cuando cae un diluvio tampoco. Siempre hay un propio, un chino de toda la vida, que se encarga de cobijar al ilustre. Más o menos como con los pilotos de Fórmula I pero, me temo, que sin esa macicez extrema en los porteadores. Para que vean con qué poco se conforma todo un pueblo. No como aquí que les pedimos que sean honestos aunque lleven colgado el mango del paraguas en salva sea la parte. A Wen Jiabao le han llovido (y nunca mejor dicho) los elogios. Que si qué enrollao, que menuda sencillez, que si parece más bajo en la tele, que si que majo, que si se suena él solo los mocos. Vamos una joyita de gobernante. Como se entere Mariano (porque de alguna cosa se entera) ya me le veo haciendo campaña como Gene Kelly. Con el paraguas en la mano, cantando y bailando a la vez para hacer méritos. Y ni así se le arregla.

26 de enero de 2007

Pollicidio en China

Debe ser un trauma creer que tienes un hijo y haber engendrado en realidad un arma de destrucción masiva. Que se lo pregunten al butanero de Jiangsu. Aunque lo parezca, no es el título de una de estas películas chinas que premian en los festivales de cine por el simple hecho de ser china (también vale iraní). El señor Xu (para que se va a molestar más en el apellido) ha tenido que soltar ciento ochenta euros por tener un niño superdotado. No es que le haya matriculado en una escuela de educación especial. Es que el jodido niño tiene unos pulmones privilegiados y se ha cargado a gritos a cuatrocientos cuarenta y tres pollos. Se dice pronto. Como lo oyen y nunca mejor dicho. Papa Xu se llevó al retoño al reparto de bombonas. Entró en una granja, dejó al pequeño Pavarotti fuera, se acercó un perrancano y al nene le entró la sofoquina. Resultado: una masacre a la altura de la gripe aviar. Los pollos, histéricos por la frecuencia del grito, empezaron a corretear unos sobre otros y se aniquilaron entre sí. Lo peor está por venir. Baste recordar que Xu junior tiene cuatro añitos y que sus pulmones andan todavía en pañales. No le quiero ni imaginar en un campo de fútbol animando a su equipo. En unos años deja a su superpoblado país con el mismo censo que San Marino. Algo habrá que hacer. No digo yo que le corten las pelotas para que la voz se le quede fina y evitar así un holocausto asiático, pero el 'pollicidio' sienta un preocupante precedente. El padre debe andar acojonado. Cualquiera le niega la paga al chavalín. Te mete un grito en casa y te revienta los cristales. Y eso que los chinos suelen ser de estatura más bien recogida y su capacidad pulmonar debería ser acorde a su escueto tronco (salvo el Yao Min ese de la NBA que deben ser siete chinos a hombros con una camiseta larga). Estamos sin duda ante un prodigio de la naturaleza. El Nacho Vidal de los decibelios. Se me ocurre que al pequeño Xu le podríamos traer a España para foguearse ¿Le imaginan un cara a cara con María Patiño?