31 de enero de 2008

LA DURA VIDA DE UN INTELECTUAL

Acabáramos. Cómo habré sido tan necio para no darme cuenta. Ese bamboleo de las gafas en su mano, ese don de lenguas, esa mirada abstraída en sabe Dios qué cavilaciones presagiaba algo que yo no supe descifrar. Ha tenido que ser Ana Bottle quien me abra los ojos ante tan grandiosa revelación. Dice ELLA que su marido lleva una vida de intelectual. Sí, sí, el mismísimo Josemari. No se rían. No saquen conclusiones por aquel 'estamos trabajando en ello'. Al fin y al cabo no dejaba de ser una cita tomada de los clásicos Pixie y Dixie que, a buen seguro, leería en un tebeo en las pausas que se tomaba para devorar las obras completas de Cicerón. Ana lo confiesa en una entrevista que le concede al diario italiano L' Stampa. "Él, dixit ella, no tiene nostalgia del poder porque siempre ha querido llevar la vida de un intelectual: leer, escribir y dar conferencias". Conmovedor. Se le olvida que los intelectuales también suelen pensar y tener capacidad crítica pero, con la estatura de su esposo, tampoco vamos a pedir que venga 'full equipe' de serie. Además el aprendizaje de idiomas le roba mucho tiempo. Claro que para intelectual el autor de la entrevista que define a Bottle como la Hillary Clinton española. Es lo que tiene la fantástica Italia de Fellini. Con objeto de apuntalar ante el periodista la voracidad intelectual de Jose, Hilaria Bottle le asegura al periodista que, en cuanto salió de Moncloa, se puso a estudiar inglés con un interés increíble. Lo cierto es que ha merecido la pena y le ha lucido una barbaridad. No hay más que oírle hablar el idioma de Shakespeare con acento del indio Jeronimo para evidenciar que su capacidad de asimilar conocimientos sólo es equiparable a la que tiene para decir bobadas. Claro que si no hubiera aprendido inglés digánme de qué podría hablar, de intelectual a intelectual, con Geeeooorggeee Bush después de lustrarle los zapatos y llevarse una propinilla. De todos modos no descarten que en en este afán por ser un intelectual incluso se haya memorizado las citas de los seis primeros meses del taco Myrga o haya ido al VIP's a hojear unas cuantas solapas de libros. Le veo hasta capaz de haberse visto toda la flimografía de Ozores subtitulada en inglés para perfeccionar. No le ha servido de nada pero ¿y lo que se habrá reído con esas joyas del cine de arte y ensayo? Lo malo de esto es que, a pocos días de iniciarse la campaña y con el influjo que todavía tiene en su partido, ya me veo a Pujalte en una librería o a Mariano leyendo un artículo sobre el cambio climático para discutir con su primo. Todo sea por tener algo de conversación cuando compartan mantel y Ribera del Duero con el intelectual del partido. Debe acojonar estar comiéndote un torrezno y no saber si Jose te va a decir que está cojonudo o va a disertar sobre la repercusión del colesterol en la España de las nacionalidades. Es lo que tienen los intelectuales. Son imprevisibles y, por lo que se ve, bajitos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estos nuevos ricos confunden tener con ser.
Anita, dime de qué presumes.........

Merche Pallarés dijo...

¡¡¡Genial como siempre Germán!!! Son tan patéticos esa pareja que si no existieran sería un alivio para todos..., pero, nos ha tocado la cruz de tener que aguantarles. PORCA MISERIA! Besotes, M.