9 de mayo de 2007

Si lo ha probado todo y ha fracasado, no se preocupe, hágase periodista

Entre aquellos muros carcelarios de la 'facul' me dejé algunos de los mejores años de mi juventud. Noches en vela de estudio, domingos encarcelado por culpa de los exámenes, horas y horas de bostezos contenidos frente a los apuntes subrayados de amarillo chillón, los codos despellejados sobre los libros anodinos. Y total ¿para qué? Ahora envías un sms a un diario con el mensaje 'yo, periodista' y ya estás consagrado en este bendito oficio. Mandas unos textos con menos de dos faltas de ortografía, unas fotitos de un apareamiento canino y hasta te pagan y todo.

Usted creerá que cobrar un salario por trabajar es algo habitual. Qué poco conoce los entresijos del periodismo español, querido e ingenuo amigo. Para que se haga una idea, todo lo contrario. Te estafan con un máster en comunicación, unas conferencias sobre la influencia de las corbatas con rayas en los debates electorales, una charla coloquio sobre la influencia de los hermanos Matamoros en el nuevo lenguaje televisivo y, como premio, te mandan a un medio a hacer prácticas para que puedas desarrollar toda la sabiduría que anida en tu intelecto bilingue. Es decir, a traer los cafés de la máquina a los redactores veteranos al grito de 'dáte prisa puto becario'. Así nos las gastamos. Como debe ser.

Menos mal que fui hombre previsor y todo los que le contaba con premeditado dramatismo al inicio de estas líneas es una patraña de tomo y lomo. A mí me iban a pillar ¿Por quién me toman? En la 'facul' me 'jarté' de botellines de Mahou, perfeccione mi magisterio en el mus, me eché una estupenda novia, estudié lo justo y me reí la hostia. Anda que si me lo llego a tomar en serio y ahora veo que bastaba con esperar a tener un móvil. Menudo disgusto. Qué oficios. Con lo que me ha costado llegar a ser un profesional totalmente prescindible ¿Usted se imagina por un momento que hicieran lo mismo con los cirujanos cardiovasculares? Envíe un sms al 7769 con el mensaje 'yo cirujano' y raje de arriba a abajo a su vecino cuando se le encuentre en el ascensor ¿A qué no? Pues ya ve, periodista puede ser cualquiera. A las pruebas me remito. Incluso un tipo como yo goza de un reconocido prestigio hasta el punto que únicamente me tienen prohibido el acceso en un par de restaurantes.

No es que me duela esta ínfima valoración de un digno oficio (si le soy sincero me la sopla). Es posible que yo me sienta tan periodista como usted lagarterana. Como se lo cuento. Es más, cuando oigo a la Patiño (¿y quién no la oye aunque tenga puesto otro canal?) presumir de que ella estudió Periodismo con el mismo énfasis que si se hubiera doctorado en Física Cuántica en La Sorbona lamento de manera profunda haber renunciado al curso CCC de Ornitología en el que a punto estuve de matricularme. Al final me tocó trabajar con otros pájaros, muchos de ellos, por desgracia, sin ningún riesgo de extinción. Excusen este arrebato corporativo que mire usted lo que le importara, pero, a veces, uno se deja llevar por la melancolía y la nostalgia de un oficio que todavía le gustaba. Qué tiempos Venancio, qué tiempos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Se es más periodista, psicólogo,sociólogo e incluso demagogo(lo digo por tanto go go) viviendo la universidad de la calle , que rompiendo codos para sacar buenas notas .

Esos que están luciendo título a todas horas, desde aquí los veo el plumero.

paredes

Anónimo dijo...

Llamar a ciertos "entes", esos que pululan por las vidas privadas, periodistas, es como llamar a los curanderos de las tribus de nuestros ancestros primitivísimos médicos-cirujanos. Aunque me causan mucho más respeto estos últimos, en serio.
César

Anónimo dijo...

Querido Germán:
Describes este oficio con demasiado cariño. Es mucho peor. Vicente

Anónimo dijo...

Me ha llamado la atención el titular del post. En realidad, me ha recordado a un libro que sé que conoce bien, “Un oficio de fracasados”, de Rodolfo Serrano, que en las primeras páginas cita a Mark Twain: “Habiendo fracasado en todos los oficios, decidí hacerme periodista”.

Después de leer el artículo, me quedo con el primer comentario, el que habla acerca de la universidad de la calle. En realidad, periodista puede ser cualquier hoy en día. Lamento discrepar que cirujano, no. Me temo que ningún hospital se atrevería a poner en manos de cualquiera una operación de cualquier tipo.

Sin embargo, mal que pese a muchos, periódicos como El País da la oportunidad a todo el mundo de ‘ser periodista’. Evidentemente, los que publican ahí no lo son. ¿Merecen ser publicados, así como la cuota de pantalla que abarcan los Matamoros o demás personajes televisivos? ¡Ah! ¿Qué importa el título, cuando la audiencia respalda con números los objetivos de las cadenas televisivas? Nada, absolutamente nada. Usted puede ser el mejor periodista, pero no le harán ni caso. Probablemente tenga el sentido común y una admirable parcialidad y, quizás, más ganas que ninguno de los que triunfan en el medio. Pero hoy en día, lamentablemente, se valoran más otras cosas. Esto es así en el periodismo, y en prácticamente cualquier otro oficio.

Pero uno, cuando mira lo suyo y de forma inevitable se decepciona, se ve obligado a resignarse y debe observar cómo están otros oficios, tan importantes o más que el periodismo. Por ejemplo, la Psicología. ¿Sabe usted a cuántas personas he conocido que estudian esta carrera, única y exclusivamente porque no les daba la nota para otra cosa mejor? Es decir, estudian por estudiar… o mejor dicho, estudian por no trabajar. ¿Se imagina con que motivación tratan a sus pacientes estas personas que, con el título en la mano y un trabajo en la consulta, se disponen a solucionar los problemas de sus pacientes?

En definitiva, que el periodismo está mal (pagado, sobre todo), pero como todas y cada una de las demás profesiones… ¿de quién es el problema? No de los que están, sino de los que les ponen ahí.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Eduardo cassano, estimado desconocido, con referencia al comentario sobre el cirujano, estoy de acuerdo. Eso, justamente, es lo que quise decir pero quizás no me expliqué bien.
Un afectuoso saludo.
César