Incubadora 'pret a porter'

Luego me dirán que si le tengo mania. Todo lo contrario. Mi admiración por Espe alcanza el grado de idolatría. Hoy ha ido a inaugurar un hospital y, por las prisas, no habían reparado en el detalle de dotar el centro sanitario con algún aparatico más allá del botiquín con tiritas y unas pastillas de Almax. No problem. Se han traído en una furgoneta una incubadora de otro hospital y Santas Pascuas. Al menos roguemos para que no hayan dejado al recién nacido metido en el microondas. Han intentado también traerse a un paciente en mitad de una operación de apendicitis pero finalmente lo han descartado por si se pasaba el efecto de la anestesia por el camino. Espe, absolutamente ensimismada en su gestión, se ha recreado en la maquinaria como si se la hubieran traído los Reyes Magos. Deslumbrada por el invento ha hablado de manera jovial y distendida con los profesionales. Lástima que ellos no hayan podido articular palabra ante la milagrosa aparición de la incubadora a pilas donde antes estaba la máquina del café. Con motivo de la campaña, el equipo de Espe baraja la opción de alquilar un trailer en el que transportar niños, enfermos y viejos para repartirlos por todo el territorio madrileño. Bastará soltarlos en un solar para inaugurar el suelo dónde dentro de unos años irá una escuela infantil o una residencia de ancianos. Espe, si no se lo recuerdas, es capaz de aparecer un día con la cinta al cuello y las tijeras en la mano dispuesta a inaugurar el Palacio Real. Ya sabe que se hizo cientos de años atrás, pero es que ella no estaba. Qué mujer.