24 de enero de 2007

La ceremonia de los 'Goyitos'

Todo el año a la espera para esto. La tele pública tirará de tijera y recortará la duración de la ceremonia de los Goya. Dice que algunos pasajes pueden resultar aburridos. Por Dios, qué cosas tienen ¿Aburridos los Goya? Si es puro entretenimiento. Una fiesta del ocio catódico. Tedioso, para nada. Esta poda nos privará de saber si algunas de nuestras actrices repiten vestido o saber si por fin los pastelitos de la tía Lourditas serán mencionados en los agradecimientos. Todos datos de gran interés a los que un servicio público debería prestar atención. Para eso que coloquen una ventanilla a la entrada y se lo den al agraciado previa presentación de justificante o que adelanten la fecha y se lo remitan a casa por Navidades junto a medio kilo de polvorones y una bolsa de garrapiñadas. Si es por aburrimiento en televisión al final acabaran por emitir sólo las declaraciones de Acebes. Menudo argumento. Ya podían haber sido más imaginativos. Si la entrega es un soberano pestiño pues maquinen una especie de Grand Prix en el que el galardonado tenga que sortear una vaquilla y unos sacos llenos de harina hasta llegar a la estatuilla o encarguen la fiesta a los tipos de Humor Amarillo. O dénle un premio de los gordos a Almodovar, coño, para que, por lo menos, se hable de alguna novedad. Pero claro, nos dejamos contagiar por la nostalgia y ahí estamos viendo a la gente sollozar sin saber si estamos en los Goya o en el diario de Patricia. Lo mejor sería que la Gemio fuera la maestra de ceremonias. Así si subes al escenario a recoger algo no sabrás si es la estatuilla o un jamón de pata negra. Ya saben ¡Sorpresa, sorpresa!

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