31 de enero de 2007

Harry enseña la varita


Esa legendaria costumbre inglesa de tomar el té a las cinco es una patraña. No dudo de la hora pero sí de que la bolsita contenga esa infusión. Al menos sin mezclar. Algún opiáceo contendrá cuando algunos padres han escrito a los periódicos pidiendo que Harry Potter se abstenga de enseñar la varita. Bien es cierto que no es exactamente la misma varita que le dio la fama de mago. El muchacho, que no encuentra el truco para dejar de cumplir años, ha crecido y aunque quizás haya sido a su pesar, hay padres que no se lo perdonan. No quieren que se despelote en la obra 'Equus'. Dicen que sería un mal ejemplo para sus hijos. O sea que pueden llenarles la cabeza con la tontuna de jugar un partido de fútbol volando montados en una escoba pero no están preparados para ver una minga. Salvo que Harry sea un prodigio fálico de la naturaleza, los muchachos se verán a diario algo parecido en cuanto vayan a mear. En fin. Eso sí. Luego llegarán a casa, cogerán la fregona, se montarán en ella, se subirán a la mesa, se dejarán caer y se darán un guarrazo de no te menees y lo verán de lo más normal. Imagínense si su peli preferida fuera La matanza de Texas. Acabarían, en su versión más pacífica, afeitándose con la motosierra. Los padres lo tienen complicado a no ser que cambien la adaptación de la obra de teatro. Por ejemplo que a Harry le pongan una capa y a la muchacha (que no sé si será un mal ejemplo pero luce excelente palmito) le pongan un hábito de monja. Claro que entonces más que Equus parecería el Tenorio. Todo sea por preservar la inocencia de los niños aunque, a buen seguro, muchos de ellos habrán visto ya más culos a través de internet que su padre en las duchas del cuartel. Nunca he entendido muy bien qué trauma comporta ver un cuerpo desnudo. Ni siquiera el mío me ha provocado nunca pesadillas y razones no me han faltado. No digo yo que vayamos en pelota picada todo el día. Hay que tener en cuenta que a la incomodidad de tener que colgarse las llaves en el pingajo se suma con esta entrada en la modernidad la de tener que ponerse el móvil adherido con cinta aislante. Sin embargo, tampoco veo necesario tener que ir a la playa vestido con la casaca de Demis Roussos ni mucho menos justificada tanta mojigatería.

1 comentario:

Isabel Burriel dijo...

Veo que no te quedas impávido ante tanta estupidez. Me alegra ver que hay más gente como yo, hombre no en todo pero sí en algo.
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