Iba a aportar alguna pincelada sobre la repercusión colateral en el ámbito económico-financiero internacional del anuncio de abandono de don Rodrigo el Campeador pero admito sin tapujos que estos asuntos de Estado me desbordan. Me aturden. No llego. Como que no cazo yo su soberana importancia. Fíjense que yo pensaba que el señor Rato era ministro y economista y ahora resulta que trabajaba para el FMI. No le veía yo pinta de policía. Vaya en mi descargo que no tengo máster alguno y que mi única educación bilingüe es ser capaz de insultar dos veces por el mismo precio en un impoluto castellano.
Tenía preparados unos apuntes someros, que a buen seguro les iban a entusiasmar, sobre la influencia de esta decisión del señor Rato en el pulso del euribor y en la evolución asistemática del mercado de valores en el ámbito de la globalización. Empero, me los reservaré para alguna conferencia de las que impartiré en cualquier universidad de verano si es que de una puñetera vez me invitan. Con la ilusión que me hace que me llene el vaso de agua un ordenanza como yo lo hacía en aquella mi gloriosa etapa de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander.
'Sin en cambio' (voy a hacerme el intelectual a ver si así se animan) voy a lo mío. Leo tal cual. 'A ocho de cada diez madrileños les gusta practicar sexo durante la siesta'. Primera objeción. O antes o después pero durante, difícil a no ser que consideres el ronquido y la babilla veraniega un capítulo del Kamasutra. En estas lides al menos uno sí se tiene por competitivo. Segunda conclusión ¿Quienes son los dos que no les gusta? ¿Se pueden llamar españoles a personas que reniegan de echar un caliqueño en el prólogo o en el epílogo de nuestra legendaria siesta?
Seguro que eran dos noruegos a los que han preguntado a la puerta del Prado a las cuatro de la tarde con una solanera de justicia (ellos son así; mientras nosotros sobamos con la persiana bajada ellos profundizan en Rubens). O les han preguntado a Carod y a Ibarretxe que se echan unas cabezadas en el sillón del despacho pero por no quedar como españoles son capaces de cualquier cosa. De otro modo no se entiende. El estudio sobre la siesta (ya era más que necesario un texto de esta trascendencia) refleja que Madrid es la cuna de la modorra post sobremesa y que el escenario perfecto es cabeceando repantigado en el sofá bajo el arrullo de la sintonía de la telenovela. Un clásico de la españolía.
La encuesta recomienda que este placer divino lo ejercitemos en un cómodo sofá ¿A qué no saben quien ha encargado y pagado el sondeo? En efecto. Una empresa de sofás que, en sintonía con la escuela sociológica 'yomeloguisoyomelocomo', retoma las tesis según las cuáles tomarte unas cañas es una costumbre muy saludable (estudio de la Asociación de Cerveceros), pimplarte unos chatos de vino es bueno para el corazón (Asociación Josemari Aznar de Amigos del Ribera del Duero) o darte patadas en los cojones es óptimo para el riego testicular (Asociación de Empresarios de Chirucas con puntera metálica). En suma, fiabilidad cien por cien.
29 de junio de 2007
EL CALIQUEÑO DE LA SIESTA
Publicado por
cambalache
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6/29/2007
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8 de enero de 2007
Exportadores de siesta
Empezamos bien el año. A pesar de la amenaza del nuevo disco de Yoko Ono no nos podemos quejar. Nuestra patria empieza a situarse donde por méritos propios merece. Poco a poco el mundo reconoce nuestros progresos y los imita. Ya exportamos hasta la siesta. Como lo leen. El Gobierno de Tailandia ha habilitado cuartos para que los funcionarios planchen la oreja después del almuerzo. Media hora, eso sí, pero por algo se empieza. Han comprobado que estas cabezadas mejoran el rendimiento del funcionariado. Un reto que, por otra parte, habitualmente no se antoja complicado (no se me ofenda el colectivo). Como es normal en todo principiante se detectan algunas lagunas. Por ejemplo, se habilitan camastros, se encienden velas aromáticas y se sintoniza una música relajante. Demasiada sofisticación. Si alguien lee estas líneas desde Bangkok se puede apuntar el tanto con estos consejos gratuitos. La siesta es más de babilla y sofá y la única música que precisa es la procedente del televisor. Ya sé que todo necesita un proceso de adaptación pero sepan, amigos tailandeses, que treinta minutos de siesta es una mierda de siesta. Y que un 'sesteador' como Dios manda no precisa olores a incienso ni moñadas similares para articular un ronquido competitivo. Claro que para alcanzar la NBA de la holgazanería y la 'dormitanga' en esas horas inútiles del día también hay otros trucos. Antes de exportar la siesta bien podríamos haber exportado el cocido que, como saben, es mano de santo para humillar tras la ingesta de la pringá ¿Quién no se ha levantado con la andorga llena después de un cocidazo y los tres metros de distancia de la mesa al sofá le han parecido más duros que el rally de Dakar? Eso sí, qué gustazo cuando te dejas caer sobre los cojines como si te hubieran pegado un tiro desde el balcón de enfrente. Para estas liturgias, amigos asiáticos, les quedan años de camino, pero no cejen en su empeño. Les aseguro que merece la pena. No hay más que verme a mí.
Publicado por
cambalache
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1/08/2007
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