29 de junio de 2007

EL CALIQUEÑO DE LA SIESTA

Iba a aportar alguna pincelada sobre la repercusión colateral en el ámbito económico-financiero internacional del anuncio de abandono de don Rodrigo el Campeador pero admito sin tapujos que estos asuntos de Estado me desbordan. Me aturden. No llego. Como que no cazo yo su soberana importancia. Fíjense que yo pensaba que el señor Rato era ministro y economista y ahora resulta que trabajaba para el FMI. No le veía yo pinta de policía. Vaya en mi descargo que no tengo máster alguno y que mi única educación bilingüe es ser capaz de insultar dos veces por el mismo precio en un impoluto castellano.

Tenía preparados unos apuntes someros, que a buen seguro les iban a entusiasmar, sobre la influencia de esta decisión del señor Rato en el pulso del euribor y en la evolución asistemática del mercado de valores en el ámbito de la globalización. Empero, me los reservaré para alguna conferencia de las que impartiré en cualquier universidad de verano si es que de una puñetera vez me invitan. Con la ilusión que me hace que me llene el vaso de agua un ordenanza como yo lo hacía en aquella mi gloriosa etapa de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander.

'Sin en cambio' (voy a hacerme el intelectual a ver si así se animan) voy a lo mío. Leo tal cual. 'A ocho de cada diez madrileños les gusta practicar sexo durante la siesta'. Primera objeción. O antes o después pero durante, difícil a no ser que consideres el ronquido y la babilla veraniega un capítulo del Kamasutra. En estas lides al menos uno sí se tiene por competitivo. Segunda conclusión ¿Quienes son los dos que no les gusta? ¿Se pueden llamar españoles a personas que reniegan de echar un caliqueño en el prólogo o en el epílogo de nuestra legendaria siesta?

Seguro que eran dos noruegos a los que han preguntado a la puerta del Prado a las cuatro de la tarde con una solanera de justicia (ellos son así; mientras nosotros sobamos con la persiana bajada ellos profundizan en Rubens). O les han preguntado a Carod y a Ibarretxe que se echan unas cabezadas en el sillón del despacho pero por no quedar como españoles son capaces de cualquier cosa. De otro modo no se entiende. El estudio sobre la siesta (ya era más que necesario un texto de esta trascendencia) refleja que Madrid es la cuna de la modorra post sobremesa y que el escenario perfecto es cabeceando repantigado en el sofá bajo el arrullo de la sintonía de la telenovela. Un clásico de la españolía.

La encuesta recomienda que este placer divino lo ejercitemos en un cómodo sofá ¿A qué no saben quien ha encargado y pagado el sondeo? En efecto. Una empresa de sofás que, en sintonía con la escuela sociológica 'yomeloguisoyomelocomo', retoma las tesis según las cuáles tomarte unas cañas es una costumbre muy saludable (estudio de la Asociación de Cerveceros), pimplarte unos chatos de vino es bueno para el corazón (Asociación Josemari Aznar de Amigos del Ribera del Duero) o darte patadas en los cojones es óptimo para el riego testicular (Asociación de Empresarios de Chirucas con puntera metálica). En suma, fiabilidad cien por cien.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuidado con las carteras que viene Rato.

¿Siesta en el sofá?Eso no es recomendable ni para quien no tiene parient@ para echar un caliqueño.Habiendo camas ...qué estupidez.

paredes

Anónimo dijo...

El caliqueño es también una llamada -a veces urgente- de la naturaleza, de tal manera urge en ocasiones que como se te meta una idea en la "olla" no piensas donde metes l. ....a.

Lo siento, paredes, yo, las siestas, cortitas y en mi viejo sillón.
césar

cambalache dijo...

Yo estoy con César. Una cabezadita en sillón-sofá. Lo de la cama demuestra clara predisposición al sesteo y evidente vicio

Anónimo dijo...

Viva er vicio y lah muhere.....

paredes

Anónimo dijo...

No confundir siesta con cabezada...no es lo mismooooooooooooo.

paredes

cambalache dijo...

Paredes, veo que eres un clásico. Cuando hablas de siesta ¿de cuánto tiempo hablamos?