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15 de febrero de 2008

LA PATIÑO MODERADORA

Si la etimología hace justicia a la palabra moderador lo tengo claro. La Patiño debe ser la maestra de ceremonias del 'cara a cara' entre Mariano y ZP. Andan buscando como enajenados un periodista íntegro. Al final se van a tener que conformar con un periodista español. Por eso mejor que pongan a la Patiño y así, además de las dos caras, tenemos una jeta que representará como nadie a este mi santo oficio. Por no hablar de otra gran ventaja cual es que, entre asunto de Estado y asunto de Estado, nos puede informar de qué ha pasado por fin con la herencia de la Jurado. No olviden, algo imposible si han tenido la ocasión de padecerla, que ella es titulada en Periodismo y lo lleva a gala como si se hubiera doctorado en microbiología molecular en Harvard. María, mona, fíjate el prestigio que tendrá el título que lo tengo hasta yo y el único esfuerzo que tuve que hacer es controlar mi hígado para que no fuera pasto de los efectos de los botellines. Cuanto más lo sopeso más cuenta me doy de su idoneidad mediática. Si, por ejemplo, el debate se enmaraña en un océano de plúmbeas cifras siempre se puede recurrir a un plano corto de esa mítica vena de la Patiño que, cuando se irrita, asemeja su cuello al gasoducto de Argelia. Si Mariano cita a su primo o ZP arquea la ceja acaso sea el momento cumbre para que María nos hable de las múltiples cualidades de esas sartenes que nunca se pegan que anunciaba en la tele (¿o no eran sartenes?). La Patiño siempre da juego o sea que, si me apuran, si Mariano y ZP se bajan al bar a seguir discutiendo nadie les echaría de menos. Ella es capaz de discutir con su misma mismidad y hasta interponerse una querella. Dirán que me mueve una fobia personal hacia alguien a quien ni siquiera conozco. Qué cosas tienen. Yo la sigo y la adoro. Es una enorme suerte para sus colegas de oficio tener entre nosotros en plena juventud a un mito viviente del periodismo. 'Jamás podría imaginar haber tenido el sueldo que tengo', confesó en una ocasión. Legendaria cita. Toda una declaración de vocación y amor a su trabajo. Y ahora, más reposado, les diré que, aunque lo critique, yo amo mi oficio y, simplemente, me repugna que vividores de esta estirpe arrastren por el fango su dignidad. Si la Patiño se tiene por periodista ¿cómo llamamos a los corresponsales de guerra que se juegan el tipo mientras ella se jode una uña en una enganchada con Bárbara Rey? Sin acritud, mona, sin acritud.