25 de diciembre de 2008

JABONEO REAL

Ha tenido que llegar la Navidad para abrirme los ojos. Ha sido en esa noche tan señalada de tantas emociones (me tenían que ver cómo se saltaban las lágrimas ante la exquisitez del cordero) cuando me he dado cuenta de lo que es una televisión pública como Dios o la Zarzuela mandan. Y yo que creía que no cabía más bochorno catódico que ver a Belén Estebán cómo 'imitaba' a Madonna. Cuán equivocado estaba.

Allí, en horario prime-time, se podía contemplar esa emisión financiada con el dinero de todos en la que, a través de un publirreportaje casi tan largo como Novecento, se daba cuenta puntual de lo que curra la Familia Real. Por supuesto es una casualidad absoluta que este no-do en alta definición se haya programada justo el año en el que más se ha cuestionado una institución más desfasada que los zuecos de chinchetas o los comediscos.

Durante minutos y minutos, sin poder ingerir ni una miserable peladilla habida cuenta de la tensión narrativa, se nos daba cuenta en el telediario, más bien en el 'parte' por lo rancio que sonaba todo, de la agenda, los viajes oficiales y las numerosas recepciones que deben afrontar los Borbones mientras nosotros, a lo sumo, nos tenemos que levantar a las seis y media de la mañana para ir al tajo. Juankar I el Campechano, su señora y su apuesto hijo y consorte llenaban la pantalla con su gracejo y simpatía por doquier.

El hilo argumental de tan monumental obra fílmica no era otro que demostrar que los Reyes no paran. Que si hay que ir de viaje por la filosa, cenar de gala idem de idem e incluso veranear en Marivent o Baqueira sin tener que reservar en Pullmantur siempre estarán ellos dispuestos. España bien vale una misa. Al fin y al cabo, la mistela tampoco se la cobran y las monedillas del cepillo también corren a cargo de los Presupuestos.

Menos mal que, acto seguido, se vio que, realmente, nunca mejor dicho, Stajanov al lado de los monarcas era más vago que Mariano. Ni en Nochebuena cesa la jornada laboral. Allí estaba el Rey con ese discurso navideño que se disecciona más que a las vacas locas. Es algo, o bastante, sonrojante, que los dos partidos mayoritarios, que se lo saben de pé a pá antes de que salga el Gordo, muestren ese estupor tan poco convincente como si hubiese sido el propio Rey quien, sacando el tiempo de debajo de las piedras, lo redactara mientras le llenaban de plomo la escopeta en la cacería.

El PP ha ido este año tan lejos que no sólo comparte todo el contenido sino que lo comparte al 101%. Casi el mismo porcentaje con el que sale elegido Fabra en Castellón. Seguro que no tiene nada que ver.

1 comentario:

paredes dijo...

Ah, pero ¿ha cambiado de discurso?