CÓMO TE ENTIENDO MARÍA

Cómo me debe envidiar María Sharapova. Les parecerá increíble. Ella es guapa, esbelta, joven, famosa y millonaria. Sin embargo ha confesado que su cuerpo no está desarrollado todavía al cien por cien. Ay María, qué desgracia. A mí me faltan apenas dos bocatas de panceta de pelo para tenerlo al doscientos por cien. Lo siento nena. No se puede tener todo. Y eso que voy al 'gym' a diario. No sólo voy. Incluso hago ejercicio mientras me miro de reojo la panza en los mismos espejos en los que otros idolatran sus bíceps y abdominales. Y eso que mi carrera como deportista de élite a punto estuvo de abortarse en mi primera visita a un gimnasio. Me dijo el tipo que si quería hacer mantenimiento ¿Mantenerme igual de gorderas? Para eso me quedo en mi casa comiéndome unas manitas de cerdo. Claro que le tenían que haber visto a él. Ganas te daban de quitarle el tapón del esfínter para desinflarle y guardarlo en la terraza junto al cubo y la pala del nene. Yo tanto no quiero. Las mujeres suelen preferir un buen cerebro a un óptimo músculo siempre y cuando éste se halle por encima de la cintura. Por debajo ya veríamos. Además yo iba por salud. No crean que me dedicaba a ligar entre jadeo y jadeo y a invitar a las churris a un chupito de Aquarius en tanto mi lengua se enroscaba en el manillar de la bici estática. No me interesan las macizas de gimnasio. Es más. Estoy seguro que yo no las intereso en nada a ellas y no lo digo solo porque me miren con cara de asco mientras resoplo en la cinta y mis lorzas pectorales saltan alborozadas. Por cierto, las suyas jamás ¿qué tipo de armadura usan debajo de las lycras? Para más inri siempre hay un espejo enfrente para evocarte tus síntomas de congestión y tu barriga ¿Por qué no ponen una foto de Brad Pitt en Troya para animarnos?