14 de diciembre de 2007

¡VIVAN LAS CENAS DE EMPRESA!



Ya está bien de vapulear las tradiciones. Mal está que Ramontxu no dé las campanadas, que hayan despedido al calvo de la Lotería, que nos compremos bragas rojas para que nos dé buena suerte cuando de toda la vida hemos sido más de pisar una mierda o tirar una herradura, pero que ahora quieran acabar con los borrachos de las cenas navideñas de empresa se me antoja intolerable. Una afrenta. Sepan que no lo van a conseguir. Faltaría más. Trescientos sesenta y cuatro días del año esperando una excusa para llegar tarde a casa sin que la churri te tenga la bufanda del Madrid y las pantunflas encima del felpudo y, si les parece, acertamos a la primera con la llave y nada más entrar en el hogar dulce hogar nos ponemos a leer a Marcuse a la luz de un flexo mientras nos calentamos un té con leche con unas campurrianas. Ya lo dijo el clásico. Como fuera de casa en ningún sitio. Por Dios. No me jodan ¿Somos españoles o qué somos? ¿Unos moñas? ¿A qué espera Mariano para prohibir esta mezquina campaña? ¿Dónde está el patriotismo? Aquí es donde se demuestra y no en los festejos del 2 de mayo con la película de Garcí que, a buen seguro, expulsaría de nuevo a los franceses sólo por no aguantarla. A ver quien tiene cojones de decirle a Bermudez que devuelva el terno Emidio Tucci, que vuelva a guardar en la mesita el condón caducado de las grandes ocasiones y que deje de echar vino y de babear sobre el canalillo de la maciza de Virtudes (qué nombre tan bien puesto). Con la de veces que ha soñado con esta ocasión mientras se restregaba contra los archivos o abrazaba la maquina del café ¿Quién es capaz de decirle a Romerales que su chiste no tiene ni puta gracia por mucho que repita el final? ¿Quien es capaz de decirle que te deje de dar con el codito porque el trozo de helado que te ibas a echar a la boca habita ahora en la misma ceja? ¿Quién le explica a Gomeznarro que tiene que pagar lo mismo que el resto aunque se haya comido una croqueta menos? No entiendo cómo alguien tiene en mente acabar con estas jornadas de convivencia en la que los comensales entran al restaurante como compañeros y a veces salen como amigos. A veces también a hostias pero siempre desde un mayor conocimiento personal. Y siempre con mucho cariño. Por cierto, yo tuve anoche la mía y llegue sobrio a casa. Mi churri hasta me dio un beso. Lo dicho. Un degenerado antipatriota.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que haya subido este post a las nueve y media de la mañana tras una cena de empresa demuestra mejor que cualquier otro argumento que la de ayer no debió ser una noche loca, no.

Anónimo dijo...

ja, ja, ja. En efecto. El algodón no engaña

paredes dijo...

El post ha subido a las 9´30, como él bien dice, porque egpaña ya no es "lo q era".

De todas formas los que vamos por libres en eso de los patronos y compañeros de trabajo, nos resbalan esas cenas.Las hacemos de las otras, de las normales.

Alicia dijo...

Joer... pues a mi me gusta la cena de mi empresa... nunca más veré a mi jefa darnos esos besos apretados y bailar el último tema de King Africa con esa gracia...

Es una noche diferente. Un beso

Merche Pallarés dijo...

Desde que he descubierto tu blog (gracias a tu comentario en El Pais sobre Castro) no paro de reir. Eres genial y si yo fuera tu churri (bueno, mas bien podría ser tu abuela) te daría un besazo aunque vinieras piripi! Besotes, M.

cambalache dijo...

Muchas gracias Merche. Encantado y agradecido. Besos