A DIOS ROGANDO...

Por todos los Santos. Menos mal que a las hermanas les dio por la contemplación, la oración y el silencio y no por meterse en los Latin Kings o en los Angeles del Infierno. Dos monjitas de clausura italianas le han pegado una somanta de palos a la superiora porque su vida dispersa las privaba de la concentración necesaria para acercarse a Dios. Es increíble lo que apacigua el espíritu tanta reflexión. Ni yoga ni leches. Un rosario, dos aves marías y a levitar. Ha ocurrido en Bari y el arzobispo Giovanni Battista se ha enojado porque, en un magistral ejercicio de observación, concluye que Sor Camorra y Sor Quetemeto "han perdido claramente su vocación religiosa". No sé qué decirle ¿Usted cree? De todos modos tampoco hay que ser tan pesimista. Hubiera sido peor que ejercieran su vocación en un asilo. Me tiemblan las piernas sólo con pensar adonde hubieran ido a parar las dentaduras de los abuelos a causa de las collejas por no comerse la sopa. No acabo de ver en qué consiste la vida dispersa de la superiora que tanto irritaba a Annamaría y Gianbattista ¿Hacía mucho ruido al batir los huevos para hacer los dulces? ¿Roncaba en el intermedio del Día del Señor? ¿Cantaba por lo bajini a Rafaella Carrá mientras bordaba los cojines para el reclinatorio? ¿Hacía botellón en la sacristía con el vino dulce? ¿Rompió el voto de silencio al exclamar 'jolines' cuando se le pegaron los spaghetti a la carbonara? El arzobispo ha tenido que recurrir al Vaticano para buscar una solución. Me temo que más que al Vaticano tendrá que recurrir a los 'geos' para reducirlas. De momento las han trasladado a otro convento. Excuso decir que si antes era de clausura y las hermanas no salían de él, ahora ni siquiera salen de su cuarto no les vaya a caer un mamporro camino del confesionario. Se dice que al recoger sus pertenencias, en la estancia en la que Annamaría oraba al Todopoderoso y practicaba sus patadas de kung-fu se encontró sobre el poster del Papa una fotografía de Van Damme y en la de Gianbattista, junto al cilicio, unos nunchakus que regalaban con la colección completa de las películas de Bruce Lee. Ahora en ese convento sólo queda Sor Liliana que, después de cuarenta y cuatro años, se niega a abandonarlo pese a que lo quieren cerrar. La monjita no se aviene a razones. Hizo voto de silencio y se niega a discutir simplemente porque no habla. Ante este cúmulo de fatalidades, el señor arzobispo ha pedido su traslado a La Meca para llevar una vida tranquila entre tanto infiel. Y yo que pensaba que aquello de a Dios rogando y con el mazo dando sólo era un refrán.