8 de julio de 2007

PINRELES DE DESTRUCCIÓN MASIVA


Ándese con el bolo colgando. Si es preciso saque los pinreles al balcón y deje su anatomía restante dentro de la casa. Lleve puestas las plantillas de bon-olor a todas las horas. En la piscina también. Basta con adherirlas con cinta aislante al empeine o recortarlas en forma de aleta. Si se va a comprar unos zapatos nuevos pruebéselos en el servicio para no dejar indicios que le puedan luego acusar. Todo sea por evitarle el sofocón. En un pueblo de Alemania han entrado a saco en el hogar de un propio creyendo que hallábase fiambre poco menos que desde la caída del Muro de Berlín. Su casero alertó a las fuerzas del orden al percibir una nauseabunda tufarada al pasar por su vivienda. Habida cuenta que, además, el inquilino llevaba unos días sin recoger la correspondencia se montó el dispositivo en un periquete. El hombre no estaba muerto (ni estaba tomando cañas que diría el gran Peret) pero a punto estuvo de dar la razón al cotilla del casero del susto que le metieron en el cuerpo. El ciudadano estaba durmiendo plácidamente y si algo había en estado de putrefacción eran sus pies tal era el hedor que exhalaban y que fue el causante de la alarma. A punto estuvieron los policías alemanes de llamar a los especialistas en armas químicas para desactivar aquellos dos objetos punzantes. Digo punzantes ya que imagino que las uñas bien pudieran pasar por peligrosas armas blancas tipo katana o por tablas de surf incorporadas. Me atrevo a apuntar estas suposiciones porque el tío era simplemente un cerdo con exceso de sudoración que, no contento con llevar como extremidades esos botafumeiros nauseabundos, sobaba al lado de un montón de ropa sucia. En la cima de ese Mulhacén de inmundicia (lo siento pero no conozco ninguna montaña teutona) había una ristra de calcetines de esos que tiras hechos un gurruño y se pueden usar de bola en la bolera. Y eso en Alemania que las temperaturas invitan más a que los calcos se te conviertan en un frigopié que a otra cosa. No le digo nada nosotros veraneando en Écija a finales de julio con cuarenta y tres grados a la sombra. No se crea esa milonga de que en las democracias occidentales si alguien llama a una hora intempestiva a la puerta es el lechero. Como no cuide la higiene le veo con los geos descolgados por el balcón de su casa desalojando a su familia por temor a la sudoración de sus sobacos y sus efectos colaterales. No me sea guarro. Dúchese por lo menos una vez al mes le haga falta o no. Hágame caso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Está bien ducharse de vez en cuando, pero sobre la contaminación olfativa, hay fábricas que despiden una mugre aún más peligrosa y no hay quien las meta mano.

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