7 de junio de 2007

Terremoto chino

Hasta en días tan aciagos uno encuentra un oasis de tranquilidad y optimismo. Un experimento ha demostrado que aunque todos los chinos saltasen a la vez no se produciría un terremoto de consecuencias imprevisibles pero seguramente lamentables. Uno no sabe si es mayor gilipollez pensar que tal cosa pudiera ocurrir o llevarse a unos expertos con sus sismógrafos a un concierto para demostrar que sería imposible. Entre otras cosas, aunque no sean españoles, ya se antoja difícil poner de acuerdo a diez chinos sobre si está demasiado agridulce el cerdo o no como para poner a miles de millones a hacer al unísono una soberana imbecilidad.

Recordemos que son chinos y aquello de engañarles como a tales quedó en el bául de los recuerdos. Basta comprobar el precio que han puesto a las litronas en sus tiendas ¿Quien engaña a quien? Por no hablar de que la cita con ese multitudinario brinco supondría que muchos de ellos se perderían 'Humor Amarillo' y por ahí sí que no pasan. De todos modos, ante la remota posibilidad de que ocurriera una catástrofe, en Alemania, con motivo de un concierto al que asistieron cincuenta mil personas o cosas similares, se organizó el experimento.

Uno de los grupos musicales llamaría a las masas a botar como posesos con su tradicional grito de 'hey' (nada que ver con Julio Iglesias). En ese momento álgido, unos tipos pertrechados detrás del escenario medirirán con los aparaticos propios los índices de meneo terrestre. Luego esos resultados se extrapolaron a la población china y se llegó a la conclusión a la que uno hubiera llegado sin necesidad de artilugio alguno. Lo dicho. Que esa leyenda era una competitiva gilipollez.

Aún así tampoco le veo calado científico al cálculo ya que hablamos de alemanes, normalmente más altos y fornidos, frente a chinos, más retacos y menudillos. Bien es cierto que los chinos suelen ser más disciplinados y saltarían todos mientras que los germanos con claros síntomas de ebriedad no podrían ni moverse. Lo comido por lo servido. Por cierto, qué poco dura la alegría en casa del pobre. Se desayuna uno con esta noticia aliviadora y, sin tiempo ni para respirar, ya se encuentra otra que le pone los pelos de punta. Vuelve Locomía. Cielos ¿dónde habré metido mis abanicos?

1 comentario:

Anónimo dijo...

También dicen que si todos los chinos se limpiaran con papel higiénico, sería un desastre ecológico.Acabarían con los árboles.
Y digo yo :¿con qué se limpian?

Barruntarán verano caluroso los chicos de Locomía.Qué horror por las dos cosas.


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