6 de junio de 2007

Urogallo Kaká

A mí también me costaría. Claro que como no soy futbolista ni brasileño ni millonetis lo tengo más fácil. Muchísimo más fácil. Las tentaciones que se le presentan a uno no suelen ir más lejos de rebañar la salsa de los callos. Que alguna maciza venga a tu lado y se insinúe es menos habitual. Para ser exacto una absoluta quimera salvo que medie un acuerdo económico previo. Admito que me he quedado perplejo con la confesión de Kaká. "Me costó mucho llegar vírgen al matrimonio", se ha sincerado el muchacho. Esto sí que es una especie en extinción y no el urogallo. Más mérito aún cuando, como decía, el zagal es aseado, bien parecido y con posibles. Sin olvidar su origen geográfico. Ser vírgen y brasileño debe ser tan raro o más que lo del oso hormiguero. Más o menos como que Mariano apoye alguna vez al Gobierno.

A todos estos factores, por si fuera poco, se suma su amistad con Ronaldo con quien, imagino, jamás habrá salido ni a comprar el pan. Ya saben que para Ronaldo volver a casa sin haber mojado (y no precisamente el pan) debe ser tan inaudito como verle leer un libro. Y claro, no va a estar uno esperando a que acabe el desfogue. Esta penitencia de Kaká, si así él la considera, responde a sus sólidas creencias religiosas. Nunca he entendido cómo hay religiones que, por ejemplo, te impiden la coyunda fuera de horas o comer jamón de pata negra.

Bien está que uno tenga fe en una vida mejor después del óbito pero, coño, no es incompatible darte un homenaje terrenal con la espera del paraíso celestial. En síntesis: ¿Es necesario putear en la tierra para que nos ganemos el cielo? Anda que como luego no haya nada. Menuda faena. Yo, porsi, hago lo que puedo, sobre todo zampando jamón, disciplina en la que a estas alturas de mi existencia soy mucho más competitivo que en la refriega sexual.

Kaká desvela que el truco es evitar la tentación; algo que, sin duda, parece más alcance de un monje cartujo que de un futbolista de nivelón. Sólo se me ocurre una prueba más dura como es pasearte por los boxes de la Formula I y ni siquiera proceder a un amago de tocamientos ¿Por qué nunca me doy un golpe con el coche con una moza así? Si yo ni siquiera quiero me me sujete la sombrilla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No se llamará Laura la mujer del Kaká este.

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