¿Tienen una pregunta para mí? Porfa...

Ustedes están en su derecho de pensar que estos dos días de ausencia los he dedicado al asueto y la holgazanería. Es más, algunos creerán que incluso me he estado tocando a dos manos los atributos propios de mi masculinidad. No seré yo quien me esfuerce en sacarles de ese error. Mi respeto por la libertad individual es tal que hasta es condescendiente con la inquina y los malos pensamientos. Lejos de arrojarme en brazos del ocio he estado todo el fin de semana preparando cien preguntas para hacérmelas a mí mismo.

Confieso que llevo una vida tan anodina que sólo he logrado redactar una docena y ya no sé qué preguntarme. Por tanto les animo a que me ayuden. Si me hago este cuestionario es por pura envidia. He leido las audiencias del programa de Mariano y me he quedado perplejo. Si uno lo piensa en frío la verdad es que no hay por dónde cogerlo. Hablamos de un espacio que supera las dos horas y en las que Mariano responde una tras otra a cien preguntas. Así, a primera vista, apasionante no parece la verdad. Es más, si lo comparamos, uno sería capaz de quedarse enganchado por su interés al teletienda. Yo ni vi a ZP ni a Mariano, por eso me permito la licencia de escribir sobre lo que desconozco. Ya saben que uno es periodista de formación y oficio.

Al día siguiente de conocer las dos grandísimas exclusivas, a saber, que Mariano gana más de trescientos euros y que iría a la boda de su hijo aunque fuera homosexual (falta saber el pequeño detalle de si sería invitado al evento) leí en un diario (o lo que sea) un titular en espectacular tipografía en la que se informaba de que el estadista gallego in pectore había superado a ZP en medio millón de espectadores. La noticia destilaba un cierto sabor 'chicha rabiña que tengo una piña' como si el dato de que te viera mucha gente tenga que ser en sí mismo positivo. En algunos casos es peor. A algunos les beneficia y a otros les delata. Yo no digo nada.