15 de abril de 2007

Polla de plastilina (artículo X)

Si es usted macho ya no podrá quejarse de no tener una oportunidad para ser artista. Cuando hablo de macho no me refiero a llevar la pelambrera del pecho por fuera de la camisa de chorreras o el calendario con una joven en pelotas en la guantera del coche. Basta con estar dotado de ese apéndice que deberíamos usar para miccionar pero que, muy a menudo, es nuestra única fuente de pensamiento. Podría darle más pistas, pero como le veo algo acebollinado le diré de manera nítida y directa que vamos a hablar de pollas. Así como lo oye. Si es usted pacato o asustadizo a tiempo está de ojear en catálogo de Ikea, pero le advierto que ésto es más divertido y además se lo voy a dar hecho. No tendrá usted que montar las palabras con las instrucciones en el suelo como si fuera un sinfonier sueco.

No sé si recuerdan a un tipo británico que utilizaba su pene para pintar cuadros. Su habilidad mereció un comentario por parte de un servidor (ver 'Eso lo pinto yo con la chorra) que tuvo gran repercusión mundial (siempre me refiero a mi mundo, alguna sandez por parte de mi quiosquero, algún elogio desmedido del frutero, en fin, las cosas que de verdad importan). El tipo untaba el instrumento de vivos colores, se plantaba frente al lienzo y eyaculaba todo su arte.

Puede que usted sea más de tapiz de cervatillos y esta disciplina mixta se le antoje una guarrada, pero, en esta ocasión, no voy a entrar al trapo porque voy a hablar de otra de las grandes artes que también utiliza como soporte la propia minga. Me refiero a la escultura. Un artista multidisciplinar de nombre Fernando (digo que es 'multi' porque esculpe tanto morcillón como erecto o en estado picha fría) se dedica a componer figuras con su pene y su escroto. Si usted ha tenido oportunidad de ver La Piedad de Miguel Ángel le diré que estamos ante un estilo totalmente diferente, una escuela antagónica si bien sustentada también en el realismo. Incluso Fernando lo trabaja más a destajo.

Este hombre, al que admito que ayer escuché atónito a través de la radio, habló largo y tendido sobre su obra. Vamos que se explayó, que lo de largo ya veremos. Entre sus composiciones está un dragón y la cara de Hitler. La ventaja de la radio es que espolea la imaginación y así estuve toda la tarde fabulando cómo lo hará. En el caso del dragón corre además el riesgo de chamuscarse los pelos de los huevecillos. No fui capaz de hacerme una idea.

A lo máximo que llegué es a concluir que no trabaja depilado (por lo del bigote de don Adolf) y a que su 'performance' requiere grandes dosis de concentración ¿Imaginan que en pleno modelado se te va el santo al cielo y piensas en el Brad o en la Jolie, según el gusto? Pues eso, que empiezas con Hitler y acabas con Pinocho. He estado tentado de sumarme a esta escuela pero esta mañana me ha sido imposible. Me he levantado demasiado minimalista.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hablando de escrotos,confieso que me enteré qué eran gracias a Rober ( Extremoduro).Estuve con ellos en su estudio cuando ensallaban una canción que dice "Voy a hacer un tambor de mis escrotos" y le pregunté que qué coños era eso, y me dijo con su voz ronca y desparpajo:"Los forros de los cojones".Para que luego digan que el rock transgresivo no es didáctico.

paredes

Anónimo dijo...

También confieso que después de haber visto bastantes películas de arte y ENSAYO, no sé como lo he puesto con elle.

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