30 de abril de 2007

Modelo Dama de Elche

En mi afán por ponerle al día en las últimas tendencias le adelanto que en breve se llevará un móvil en cada oreja prensados alrededor del perímetro craneal con cinta aislante o esparadrapo. El 'modelo Dama de Elche', con o sin cobertura, nace al calor de un censo que nos asigna más de un teléfono por persona. En concreto, por cada cien habitantes hay ciento seis terminales. Qué barbaridad.

No descartan que haya usuarios que llamen con uno de sus móviles a su otro móvil para hacerse compañía y creer que tiene amigos. La murga debe ser considerable. En uno suena el ya fatigoso y original silbido de Kill Bill y en el otro algún improperio presuntamente gracioso ¡Qué te están llamando, coño! o similar. Cosas de esos tonillos que te descargas con ligereza y raro es que no te acaban dejando en ridículo o hartando al prójimo.

Uno, que ya tiene una edad, recuerda con estupefacción aquellos primeros celulares que abultaban tanto como una nevera de campo. De no haber reducido los tamaños para llevar dos de ellos hubiera sido necesario comprarse un contenedor y, por supuesto, hubiera resultado imposible adherirlos a los soplillos hasta para Carlos de Inglaterra. Se habrá dado cuenta, ya que hasta yo he sido capaz, que cuando busca el móvil en algún bolsillo y no lo encuentra a la primera, la angustia es tal que comienza a palparse con la desazón de un toxicómano en pleno mono. Hemos vivido años sin él y ahora nos miramos antes si lo llevamos encima que si tenemos bajada la bragueta.

En mi caso, he de decirlo, ha mejorado mi calidad de vida. No es que lo haya utilizado para hacerme socio de Paco el Pocero y dar un pelotazo inmobiliario, pero sí que me permite escurrirme del trabajo o no hablar con quien no me apetece por haber encontrado, casualmente, un inoportuno túnel.

No hay comentarios: