1 de mayo de 2007

La sinceridad por bandera


Así da gusto ir a comprar. Cargado con la bolsa o el carrito y, sobre todo, cargado de derechos como consumidor. Un mercadillo del municipio salmantino de Aldehuela ha sido pionero en esta revolucionaria técnica de marketing directo y, principalmente, sincero. Por tan solo cinco euros puede usted llevarse a casa todo un frasquito de Chanel 5. Además se lo lleva con la seguridad de que su irrisorio precio no responde a que sea una pésima imitación sino a que ha sido robado de manera previa (recién robado para ser más exacto) y, por tanto, el beneficio para el vendedor es amplio. Así ya se pueden ajustar los precios. Bien es cierto que le pueden acusar de perista o de colaboracionista con el delito pero o se rasca el bolsillo o se arriesga a que le pillen o sigue usted apestando el ascensor con el Joya de Myrurgia o el Varon Dandy que le volvieron a regalar por el Día del Padre. Es posible que los frascos sean a la vez robados y falsos pero, por lo que le cuesta a usted, qué más le da la procedencia. No olvide que los perfumes son como los buenos vinos. Basta que diga que es Chanel o Vega Sicilia para que el prójimo se quede epatado aunque el perfume huela a rayos y el vino esté picado. El poderío de las marcas, ya sabe. Este alarde de honestidad se agradece siempre pero más aún en plena campaña electoral. Es curioso que los políticos sancionen a algunas empresas por publicidad engañosa y no lo hagan a sí mismos por sus patrañas y promesas incumplidas. Con la aplicación del mismo criterio que ellos aplican a las compañías por mentir al público a este tenderete ambulante le deberían subvencionar por su sinceridad manifiesta. Ya está uno harto de sentarse en un restaurante, preguntar si la merluza es fresca, que te digan que sí y ver cómo te traen un fósil rodeado de un bosque de lechuga. Se deben creer que cuando queremos saber si es fresca nos referimos a su carácter. Vamos que si es capaz de sacar a bailar al merluzo y pedirle el teléfono para quedar la muy descarada. No hombre no. No les digo nada de esas marcas de desodorantes que levantas el brazo y al segundo tienes adheridas a tu sobaco a la Jolie, a la Pataky y a la Halle Berry. Eso ya no es que sea engañoso, es que es cruel y absolutamente imposible. Lo digo porque he sido víctima de esa mentira y, después de rociarme la pelambrera, me he tirado dos horas en la Plaza Mayor con el brazo levantado como Colón cuando avistó América. Los resultados no pudieron ser más patéticos. El único que se me acercó fue un policía a hacerme la prueba de alcoholemia y una señora que se lamentaba de lo malas que eran las drogas para la juventud. También juegan mucho con la ingenuidad del cliente. Por ejemplo, mi madre. Mamá, éste filete está duro. Pues me ha dicho el carnicero que era muy bueno. Claro mamá, claro. Recuerda que fue quien te lo vendió y no todos son unos intachables comerciantes como los de Aldehuela. Qué cunda el ejemplo (me refiero a la sinceridad, no a los hurtos)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Germán que te estás jugando el puesto de curro , como sigas criticando a los políticos.Manque tengas razón.

El de los perfumes , no sé dónde ha aprendido márketing, pero a la poli , se lo pone a huevo.

paredes

Anónimo dijo...

Te iba a escribir en privado para felicitarte por el último libro, pero, !qué cojones!, lo hago en público para que toda España y parte del universo se entere.

Te felicito por el cambio de registro que has experimentado con respecto al primero, por la sensibilidad que transmites, por meterte en piel femenina, por tus metáforas, y por lo bien que escribes !joer!.Le estoy acabando de releer y estoy disfrutando.Me jode que se acabe, aunque me sepa el final.

paredes

cambalache dijo...

Muchas gracias de corazón amigo. De verdad que sólo por haber emocionado a una persona (y la verdad que han sido varias) hubiera merecido la pena. Un abrazo fuerte.

Paco dijo...

Genial. Me has puesto el listón altísimo, quería escribir mañana algo sobre el tema, pero ya no sé qué poner.

Un saludo