4 de marzo de 2007

Perros temporeros


Desde esta mañana veo a Bruno con otros ojos. Hasta este domingo primaveral le tenía por un fiel compañero. Nunca un ladrido más alto que otro. Todo amistad y comprensión a cambio de una ración de pienso, unos pedazitos de filete sobrantes, un lecho donde descansar de su envidiable ociosidad y un cuenco de agua fresquita. Ahora le veo como una oportunidad perdida. Todo por culpa de los japoneses. Estos tipos no tienen bastante con inventar teléfonos móviles con televisión, mp3, radio, internet, armarios empotrados y derecho a cocina. Su aburrimiento debe ser infinito. Eso o que el sake está de lujo y se ponen hasta las trancas. Un emprendedor empresario ha ideado el alquiler de perros. Ahí me tienen a los japoneses acoquinando doce eurazos a la hora por dar una vueltecita con su can sin importarle que tenga un contrato temporal y no esté dado de alta en la Seguridad Social. Lo peor, ya les digo, es que no pego ojo pensando que mientras mi perro retoza en el sofá y se relame estoy perdiendo una pasta que bien me vendría para mi ansiada jubilación. También podría cavilar, en el remoto supuesto de ser un optimista, que me he ahorrado un dineral en paseos al tener la mascota en propiedad. Me acaba de mirar como si me estuviese leyendo mis maquinaciones. Antes he dicho que era fiel pero igual he exagerado ¿A él que más le da? No digo que le vaya a apuntar a la sección de masajes de los periódicos (Bruno. Siete años. Experimentado. Te recibo sin correa) pero, coño, un poquito de colaboración que la casa no se mantiene sola y lleva siete años holgazaneando. Que lo haga Pocholo, vale, pero a nosotros no nos sobra. Dice el japonés que el servicio funciona de maravilla. Sales de currar, te compras el sanguiche de pescado crudo (sabes que el animal, con buen criterio, no te va a pedir), te agencias al perro, te vas al parque, recoges las cagadas y otra vez a currar. No me extraña que sea un éxito aunque así enumerado más bien te dan ganas de comprarte una perdiz disecada. Por cierto, una perdiz disecada que quedaría de lo más vanguardista encima del televisor si estos tipos no les hubieran dejado con el mismo ancho que un tranchette. Tanto plasma y tanta leche. El auge del negocio es tal que ya se han lanzado ofertas. Por sesenta euros te lo puedes quedar un día entero con pernoctación incluida. Claro que no me fiaría yo mucho por si algunos usuarios se toman demasiadas atribuciones y van más allá de lo comprometido. El sexo, se paga aparte. Digo yo. En 'Puppy the world', que así, de manera tan cursí, se llama la tienda hay sesenta perros y ninguno de ellos sale más de dos veces al día o sea que esclavizados tampoco están ¿Me oyes, Bruno? Ah, no, está durmiendo. Qué raro. Creí que estaba fregando el baño. (P.D: la foto que ilustra este artículo está tomada en un receso del mismo; como apreciarán por su pose se aprecia gran preocupación por su futuro)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hombre, yo por 12 euros podría alquilar a "Pancho" para que me arreglara la casa, preparara la cena y planchara la ropa. Mientras no le envie a "echar" la primitiva...