Queda inaugurada esta inundación

Tiene toda la razón mi alcalde. Madrid es una ciudad de vanguardia. Ninguna urbe puede presumir de inaugurar un tunel para que pasen los coches y tres horas después estar en condiciones de organizar, por el mismo precio y por el mismo túnel, la regata entre Oxford y Cambridge. Ocurrió ayer. Gallardón alardeaba de que podíamos llegar desde la capital hasta Lisboa sin semáforos, pero olvidó que incluso podemos llegar con el barco de Chanquete entonando unos fados. Qué modesto. Cayeron cuatro gotas y eso, en Madrid, te obliga a cambiar de inmediato el bonobús por el arca de Noé. Eso sí, lo de ayer es de bochorno sideral. No sé que hace el Guiness que no nos incluye en una edición urgente en el top ten de los ridículos más espantosos. Los Paco Porras de la municipalidad. Como complemento, la Real Academia de la Lengua podría conceder su sillón D de desparpajo a quien desde el municipio definió el suceso como 'irrupción súbita de agua' ¿No es enorme que la lírica se imponga incluso en una situación tan adversa? Ya saben, y si no para eso está un servidor, que parte de los túneles discurren por debajo de nuestro caudaloso río Manzanares. Para tranquilidad de la población han descartado que la 'irrupción súbita' (vamos que parece que ha sido un truco de Harry Potter) se deba a las filtraciones del río. Qué tranquilidad. No tanto por evitar morir ahogado sino por no palmar asfixiado a causa de la hediondez de sus aguas. Dicen que algún día habrá patos. Milagros de la taxidermia. Con las inauguraciones que le quedan pendientes al alcalde (a punto estuvo de cortar la cinta del Palacio Real pero le avisaron a tiempo de que se inauguró doscientos años atrás) le veo a diario mirando al cielo. No para alicatarlo, que capaz es de eso y más, sino para prevenir nuevas inclemencias. Ya puestos y acostumbrados al nuevo entorno acuático podría habilitar como párking público el estanque de El Retiro. Claro que no sé si le servirá. También está inaugurado. Una faena.