10 de febrero de 2007

Cosas de solteros

Ya era hora de que alguna encuesta se acordase de mí. No me consultan nada. Ni tengo el aparatico ese que mide las audiencias de la tele (por cierto, ¿alguien lo tiene?), ni me llama el CIS a ver si me pillan en estado de delirium tremens y les digo que mi intención es votar a Mariano ni me paran por la calle para que pruebe un chicle sin azúcar ni tan siquiera vienen ya a a darme la murga los testigos de Jehová. Con decirles que ya no me escribe cartas ni Cajamadrid ni me llaman para ofrecerme gangas por enchufarme al internés a velocidad de crucero les digo todo. Soy un ser totalmente prescindible, un cero a la izquierda en la sociedad de consumo. Por eso me ha alegrado tanto, hasta que lo he leído con detalle, un sondeo sobre la pasta que nos gastamos los solteros en tratar de seducir a una moza. En buscar lo que se dice la media naranja. Memez, por otra parte, ancestral. Ya les digo que yo llevo tiempo agarrado a la sabia máxima que aconseja que quien quiera verme que venga a casa (ya saben, una adaptación del infantil chiste de papá me llevas al circo) pero aún así he escudriñado los resultados para ver si me veo reflejado. Nos gastamos una media de mil quinientos euros al año en el coqueteo. Las churris menos de la mitad. Esa racanería no es obstáculo para que, a buen seguro, las rente mucho más (esta es una aportación de mi cosecha fundamentada en mi larga experiencia). Entre las conclusiones está que a mayor edad más despilfarro. Sin duda una relación causa efecto para que las limitaciones propias de la cintura para abajo se compensen de cintura para arriba. Exactamente a la altura del bolsillo de la chaqueta donde se guarda la cartera. Estaba ya animado a comprarme unos ocean nuevos y citarme con alguna zagala en el burger king (el típico ejemplo de lencería fina y cena romántica) cuando he llegado al final del estudio. Pillar tiene un coste pero es que el mantenimiento de tu estabilidad emocional sale por un pico. Según los datos de esta agencia de contactos (me imagino que decorosos porque las tarifas de los otros son públicas) la puesta a punto, el cambio de agua y aceite y la revisión de neumáticos de la pareja se pone en mil ochocientos al año con el seguro aparte. No me digan que no es para pensárselo. No obstante, estoy abierto a cualquier proposición (bueno, a casi todas)

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