11 de febrero de 2007

David el porretas

Yo creía que ya había prescrito el delito pero ahora soy un mar de dudas. No me atrevo ni a pisar la calle. Confieso que robé una castaña de la tienda del barrio cuando tenía siete años. Mi madre, que se percató del hurto, me obligó a devolverla avergonzado y escarmentado. No sé si será suficiente penitencia. Al líder conservador inglés, David Cameron, le orean ahora los trapos sucios. Con quince años se fumó unos porrillos. Qué atrocidad. Qué desvergüenza ¿Cómo se puede confiar el timón de un país a un degenerado de ese pelaje? Que aprenda de Toñín Blair que con una sobriedad pasmosa y a base de tés Hornimans se metió en el charco de Irak hasta el corvejón. Si en vez de él hubiera estado el tal Cameron con los ojos como Nosferatu de una fumada igual nos hubiéramos ahorrado unos muertecillos de nada. Entiendo que el hombre esté apesadumbrado. En su partido, David lo tendrá crudo. De hecho ya se ha flagelado por sus pecados de juventud. Estos tipos, los conservadores digo no los porretas, son en general muy curiosos. Ya saben que en España sus colegas se echaban las manos a la cabeza con la Ley del Divorcio y luego sólo con Cascos batieron marcas mundiales de aprovechamiento de la norma. De no haberse promulgado esa ley tan detestable se hubiera visto forzado a montar un harén clandestino. Por supuesto la familia siempre unida. Por supuesto las drogas son una cochinada. Por eso me preocupan aún más algunas (casi todas) las declaraciones del trío de 'Los Panchos se quedan tan Anchos' (Acebes, Zaplana y Mariano). Si por lo menos hubiese algún factor externo uno se quedaría más reconfortado; pero no. Por lo visto toman zumo de naranja, aspiran aire y sueltan la consigna en pleno estado de consciencia. Así nos pasa. Luego somos nosotros quienes nos vemos obligados a beber para olvidar sus sandeces.

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