2 de enero de 2007

Sadam grabado ¡qué poca vergüenza!

Ya no hay respeto ninguno ni por los vivos ni por los muertos. Han grabado el ahorcamiento de Sadam ¡Qué vergüenza! ¡Qué atrocidad! Una cosa es que le den matarile en la horca, un acontecimiento de lo más edificante, y otra bien distinta es que se vea. Eso no tiene nombre. Todo el mundo sabe que llevar a un tipo al cadalso, por mal nacido, tirano y deleznable que sea, es el caso, es una actividad casi infantil pero, amigo, eso de que alguien lo quiera legar a la posteridad a través de un móvil es un acto execrable. No voy a entrar en el debate sobre la pena de muerte. Un servidor se opone de manera radical porque nadie le podrá convencer de que se trata de un acto de justicia. Es un acto de venganza aunque algunos con mando en plaza lo tilden de 'hito' para la democracia. A lo peor más que un 'hito' es que le ha venido a huevo para ocultar en la trastienda de sus desmanes que ya han muerto tres mil soldados americanos en Irak. Eso sí que es un 'hito' triste y desgraciado. No sé si recuerdan el 'yo no soy tonto' del anuncio. Pues bien, yo admito que sí lo soy. Y de capirote. Como que no entiendo que se lleven las manos a la cabeza porque hayan grabado el balanceo de pies de Sadam y lo de enroscarle una maroma al cuello se tome con la misma deportividad que si le hubieran puesto una estola de armiño. Aquí no importa lo que se haga, lo verdaderamente importante es que no se vea. Sadam era un tirano y un asesino porque mataba inocentes pero no todos los que matan inocentes son tiranos. Al menos algunos salen elegidos en las urnas. Se trata de un viraje semántico. Aquellos que ordena el tirano son asesinatos, aquellos que se derivan de lo que ordena algún presidente democrático son daños colaterales. Misterios del lenguaje.

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