Mozart, vaya prodigio

Se llama Mozart. Nunca nadie bautizó a una mascota con nombre tan apropiado. La iguana no toca el piano pero es todo un prodigio. Tiene un pene en constante erección y no hay hielo ni unguento que le sosiegue. La cosa, aunque pueda parecer un chollo envidiable, pinta fea. Se baraja incluso la amputación del miembro en caso de no arriar la bandera. Antes de que cualquier ecologista me lleve a los tribunales por mofarme de un animal (desde el castigo a Carlos de Inglaterra me espero cualquier cosa) les diré que Mozart se guarda un as en la pata. En este caso el as de bastos ya que cuenta con un pene de repuesto. No me digan que no es prodigioso. No será un genio de la música pero con esos recursos le tiene que importar un pimiento. Además puede emular a Errol Flynn que, según cuentan, cuando se cocía tocaba las teclas con la tranca. En el caso de Mozart cuenta con la ventaja de poder aporrear dos teclados a la vez tipo Nacho Cano. Si creía en la reencarnación ya sabe qué bicho pedirse y si no creía todavía está a tiempo de mantener viva una esperanza. Hasta Nacho Vidal debe estar rabioso porque una cosa es tener uno que valga por dos y otra mucho más eficaz tener dos por si te falla uno. Ya se sabe que hasta el mejor escribano echa un borrón. Además de poder dar a elegir al contrincante que no es ventaja menor. Qué sabia es la naturaleza con algunos. Otros tenemos que seguir agarrados al 'es la primera vez que me pasa'. Y para más inri sin sustituto.