6 de diciembre de 2006

Pedos traicioneros

Tanto pedir que ahorremos energía y cuando se presenta una ocasión inmejorable para dar ejemplo se opta por derrochar. Un avión norteamericano se vio obligado a aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Nashville debido a los incontinentes pedos de una pasajera. En vez de aprovechar la propulsión derivada de las flatulencias para apagar los motores y ahorrar queroseno, la tripulación no sólo acongojó al resto de los viajeros sino que gastó más combustible a causa de la inesperada escala. No se piensen que la alarma saltó porque el estruendo de los cuescos y sus vibraciones pusieran en riesgo el fuselaje. No se trataba de unas fétidas turbulencias. Fue el olor a fósforo el que delató la maniobra. A la agobiada señora, con objeto de despistar el tufo, no se le ocurrió otra cosa que encenderse unas cerillas a orillas del esfínter. El revuelo fue descomunal sin olvidar que las consecuencias pudieran haber sido catastróficas ya que esta científicamente demostrado, al menos en mi barrio experimentos hubo, que los pedos son altamente inflamables. Más de un calconzillo Ocean he visto yo chamuscado en aras de la ciencia y el progreso. Sólo hubiera faltado que encima de avergonzada, la apurada pasajera hubiera tenido que salir corriendo por el pasillo envuelta en llamas como una tea en busca de un extintor. El aroma a chamusquina puso en guardia al comandante que ya se creía secuestrado por un comando de Al Qaeda. Ya saben cómo están las cosas. De nada sirvieron las explicaciones ni el sofocón que hubo de pasar la interfecta al tener que explicar que ella era de natural pedorra. Le bajaron del avión, eso sí, antes tuvieron la deferencia de aterrizar, y la compañía le ha vetado como pasajera para los próximos cien siglos. Han tenido la gentileza de no multarla por encender los fósforos en razón de causa mayor pero American Airlines no quiere flatulentos en sus aparatos. Se lo digo como aviso o recomendación por si tenían pensado algo y también les da por llevar en el 'ipod' música de viento. Claro que, vista la dimensión de la tempestad estomacal de la expulsada, igual le hubiera compensado más que la hubieran desalojado en pleno vuelo por la ventanilla de emergencias. Ayudada por el impulso de sus ventosidades igual hubiera llegado antes que ellos a su lugar de destino. En tierra también hay alternativas y mucho más baratas. Basta un monopatín, una lata familiar de fabada Litoral, un palo de escoba y una sábana para armar la vela. La energía necesaria para el desplazamiento corre ya a cuenta del culo de cada cual. Prueben. No es un medio de transporte muy limpio pero, ya les digo, es muy económico y nunca encuentran 'overbooking'.

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