No entiendo nada. Enrique Iglesias ha visitado el muro de las lamentaciones. O sea que le padecemos nosotros y el que se queja es él. Es posible que se lamente de tener unos papis archifamosísimos y millonetis o de estar el muchacho de buen ver o de tener una novia macizota. Pobre hombre. Es cierto, la naturaleza no le concedió el don de la voz pero ¿es acaso un impedimento para vender millones de discos? No hay más que ver a su padre. Toda la vida aullando con la mano en la pechera y se ha forrado. Qué truhán, qué señor. No nos engañemos. Si Enriquito hubiera sido hijo de un mecánico fresador y de una cajera de Eroski no hubiera grabado ni en un karaoke el día de su cumpleaños. Es posible que alguien pueda pensar que estas aseveraciones destilan cierto resentimiento. No es cierto. Destilan mucho resentimiento. Es guapo, millonario, copula con la Kournikova y le pagan por meterse por un detector de metales casi en pelotas. A nosotros, por el contrario, lo único que hacen es tocárnoslas con tanta seguridad. Eso sí, cantar, canta de pena y que mejor castigo que grabar discos y, lo que es más delirante, venderlos a puñaos como los garbanzos torraos ¿De qué te lamentas, o sea? Ah, ya sé. Por un lado el apellido te abre puertas, pero, por otro, te exigen más ¿Dónde he oído yo esto? ¿Les suena? Qué drama. Tanta exigencia para estar a la altura. Qué presión. A pesar de todo hay algunos que no se les arregla ni así. Al hijo de Saritísima se le acaban los oficios y no hace carrera en ninguno. El chaval quiso ser modelo y no le contratan ni para desfiles de trajes regionales, luego cantante y no le han dejado ni cantar la lotería con los niños de San Ildefonso. Este último hecho es aún más preocupante en un país en el que hasta Julián Contreras se define como tal o en el que Jesulín amenazó con emprender una gira. La genética artística de los Contreras es asombrosa. El padre cantante, aunque debe estar especializado en doblar psicofonías porque nadie le ha visto actuar jamás, y el nene escritor precoz. En estos días me pateo las librerías para sacar de las estanterías mi novela y ponerla de soslayo en lugar más aparente. Normalmente la pongo al lado de 'Querida mamá' a ver si alguno, con las prisas y los tumultos navideños, se la lleva por error u omisión. Juliancito ha vendido ya cuarenta y cinco mil ejemplares. Más o menos como yo, pero en otro estilo ¿Envidia dicen? Jamás invadiré la libertad de sus pensamientos.
Paco Miranda, «pianista de oído», in memoriam
Hace 1 semana
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