11 de diciembre de 2006

Caos de tallas

No soy partidario de esta clase de humillaciones. Te cuelgan el sambenito y luego a ver quién es el guapo que se lo quita. Ahora resulta que a los indios les quedan los condones estándar más holgados que a mí la casaca de Demis Roussos (al menos por el momento). Es decir, que la tienen pequeña. Así de crudo suena. Los tipos que se dedican a estos menesteres no saben las consecuencias que puede traer este señalamiento mundial. Ya saben que, en el fondo, somos como niños y si, como tales, en el colegio ya andábamos enredando con el tamaño e incluso con la falta de él (quién no recuerda aquella cancioncilla de 'Fulanito no tiene pilila, Fulanito no tiene pilila') nadie nos dice que la historia no se repita. Por ejemplo, nadie nos asegura que en la próxima reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, que viene a ser como si nos reunimos usted y yo con su tío de Alcalá, cuando le toque hablar al delegado indio no empiecen los codazos y las risitas. Y claro no va uno a cambiar el sari por unos pantalones de lycra marcapaquete para sacar de dudas a la concurrencia. No se pueden romper tantos siglos de historia ni siquiera para eso. Los estudiosos del condón (andan que no podían repasar las derivadas los gachós) incluso se atreven a cuantificar la merma. Entre cuatro y cinco centímetros menos sobre la media que, obviamente, no me he atrevido a consultar no vaya a ser que un servidor, en vez de nacer en León, haya nacido en Bangladesh sin conocimiento de causa. Que uno tampoco está sobrado si es que en estos asuntos cabe pecar por exceso. El tamaño sí importa ¿Ya no se acuerdan, acaso, de las hamburguesas XXL? Qué caos de tallas. Uno no está a gusto con nada. La carne de los burger descomunal, la carne de picha de indio escasa. Tampoco se preocupen en exceso. Recuerden que no sólo se trata de tener herramienta abundante sino de tenerla lista a la hora de la faena y para eso cuanto más recortada, eso sí, juguetona, menos riego de sangre le sustrae del cerebro. Que usted quiera luego utilizar el sobrante para pensar o no ya es su problema. Aunque ya saben que, en general, los hombres utilizamos para pensar precisamente ese órgano que, al parecer, los indios tienen más pequeño.

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