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Ay que ver cómo está el tráfico. Imposible. Menos mal que este país ya no es aquel terruño plagado de cagadas de los coches de caballos, seiscientos y motos con sidecar. Hemos prosperado una barbaridad. Ahora lo último es acercarte al restaurante con un helicóptero y aparcar en batería con el mismo desparpajo que si llegaras con un utilitario. Lo malo es saber a quién le dejas las llaves para que te lo mueva. El 'aparca-piloto' como que no lo veo la verdad. Ha pasado en Denia y al tipo le han denunciado pese a que, como se ponga cabezón, recurre y gana ¿Alguien ha visto una señal que prohíba aparcar estos aparatos? No; pues eso es lo mismo que le dijo el dueño del local, loquito por no perder un cliente ¿Puedo dejar el helicóptero aquí? Sí, claro, claro, si ahí no molesta a nadie. El individuo había quedado con unos colegas para endilgarse una mariscada y se le hacía tarde. Cómo debe andar el transporte público en Denia. Yo le entiendo. Por una mariscada mato. No crean que he tenido tantas oportunidades. De pequeño, en casa, lo más parecido que catábamos eran las latas de mejillones de Cuca. Eso sí, para Nochebuena se compraban langostinos. Para nosotros venían a ser como los urogallos; es decir, una especie en extinción. No quiero aburrirles con mis fatigas. Espero que el 'caso del helicóptero en doble fila' cree escuela y uno se pueda personar, por ejemplo, con una tanqueta en el restaurante de moda. Que te dan frío el suflé. Muy fácil. Sales a la calle, orientas el cañón y desintegras el local de un bombazo. Todos sabemos que las hojas de reclamaciones no van a ningún sitio. Ya es hora de empezar de verdad a defender los derechos del consumidor.
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