Nunca he ocultado que jamás estaré entre los cien mil primeros candidatos a ser condecorado con la medalla al mérito en el trabajo. Lo justito. Aún así, a veces, las esclavitudes de mi oficio no se pagan con dinero. Todas las mañanas he de echar un vistazo, cada vez más somero, a la prensa patria. Sí, tienen razón. Debe ser de los pocos oficios que te pagan por leer los periódicos en jornada laboral. Parece fácil pero a menudo estremece. Hoy, por ejemplo. Leo con estupor. 'Multa de 600 euros a un militante del PP por tocar el pito en una protesta'. Es medio mentira, pero, como periodista experimentado, jamás dejaré que la realidad me estropee un buen titular. En este caso un esforzado artículo. Al parecer, el tipo tocaba de forma provocativa. Le he dado vueltas al asunto y sólo se me ocurre que, mientras se dejaba los pulmones en la revuelta, amenazara a algún oficial del cuerpo (del de policía no del suyo) con introducirle la trompeta por el mismísimo esfínter. Sin duda, esta multa obedece a la espiral represora contra los militantes del PP, verdaderos mártires de la democracia, que en aras de la libertad pueblan las calles con sus consignas, sus banderolas y, al parecer, sus pitos. No sé que tendrá que decir Amnistia Internacional pero la represión anti-pito se me antoja de una gravedad extrema. Si no multaban a Álvarez del Manzano por perpetrar por estas fechas su tradicional villancico ¿cómo pueden hacerlo con un ciudadano concienciado que ejerce su derecho constitucional a manifestarse? Para quien no lo sepa por razones geográficas, Manzano fue un alcalde de esta mi ciudad que, al calor de las entrañables fechas navideñas, se acercaba a uno de los cientos de belenes que nos colocaba y se atrevía a entonar unas coplillas propias de la Natividad. Ni siquiera me molestaré en buscar un adjetivo. Simplemente inenarrable. Por no hablar del disco que grabó Jesulín de Ubrique que no sólo no fue multado por ello sino que salió en la tele y todo. Por supuesto, ante semejante afrenta, el PP pondrá todos sus resortes en marcha. Que se investigue. Claro que la memoria, sobre todo cuando se quiere, es flaca. No hace demasiados años, un delegado del gobierno nombrado por el PP, un tal Ansuátegui, concedía autorización para las manifestaciones con unos exóticos requisitos. Uno de los más celebrados fue que la protesta no invadiera la calzada y se desarrollara por las aceras. Es decir que no sabías si estabas de manifa o ibas a apuntarte a una conga. Como casi todo también tenía sus ventajas. Siempre la podías convocar en una calle comercial en época de rebajas y decir luego que habían asistido ciento de miles de personas ¿No es sublime? Decía antes que todo es medio mentira o medio verdad, ya saben. Al militante, si bien le recriminan que pusiera la cabeza de los presentes como el bombo de Manolo el del ídem, se le advierte de una posible sanción por participar en una concentración no autorizada y no por tocar el pito ni tan siquiera por tocar las partes pudendas con la trompetita. Mas un diario de gran solvencia, ya se imaginan, escudriña la anécdota, la eleva a categoría, abre el periódico con ello y conduce la 'información' al huerto que más le conviene. Es lo que se llama periodismo riguroso y objetivo. Acuérdense de una de mis citas de cabecera. 'No digan a mi madre que soy periodista, ella cree que soy pianista en un burdel'.
Paco Miranda, «pianista de oído», in memoriam
Hace 2 semanas
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