A poco que ella hubiera insistido yo hubiera claudicado. Hubiera bastado atisbar en el horizonte de sus pupilas ese tenue pero elocuente brillo de los enamorados, pero, finalmente, la ha cagao. Perdonen esta mezcla abrupta de romanticismo y escatología pero no es para menos. Yo me hubiera casado con Shakira. Les digo más. Hubiera aceptado que la tarta hubiera aterrizado desde el techo al son de los mariachis, que me hubieran cortado la corbata y hasta las uñas de los pies, que hubieran interrumpido cada dos por tres la ingesta de langostinos congelados para acceder al 'que se besen, que se besen', hubiera acatado tener que bailar con mi suegra alguna balada de Bisbal con su oronda anatomía subida a mis juanetes. Todo por ella. En primer lugar porque no sé decir que no. Si una joven asaz macizorra, inteligente, sensual, simpática y ricachona me propone en matrimonio yo cedo ¿No lo hago en el autobús para dejar asiento a los ancianos? Ya saben de mi espíritu de sacrificio. Habrán observado, empero, que en mi enumeración he ubicado de manera premeditada su situación económica en el último lugar. Ella no. Me has decepcionado 'Shaki'. Ella, dolida por mis calabazas ante sus imposiciones, se va a casar con otro. Mucho 'cari' para acá mucho 'cari' para allá pero le ha dicho que si quiere boda tiene que retratarse. Vamos, que tiene que firmar un contrato. No crean que es un documento que certifica, lacrado con la caliente sangre de los amantes, su amor eterno. Y un huevo. Es que la muchacha exige que, si la pasión se apaga y donde antes veías un hombre que se desvivía por tí ahora ves a un individuo pegado a un televisor con un bote de birra en la mano, sanseacabó. Cada uno por su lado. Eso sí, con condiciones. El pollo no toca ni un dollar de su fortuna. Y lo quiere rubricado, por duplicado y listo para enviar por megafax ¿Dónde ha quedado el romanticismo? ¿Se imaginan a Lord Byron rellenando sus poemas como si fueran las escrituras de un bungalow? ¿O a nuestro Gustavo Adolfo repartiendo con su amada las oscuras golondrinas después de la separación? Un poquito de sensibilidad. No me veo yo en la noche de bodas, tras el ejercicio propio de la coyunda, firmando todavía jadeante alguna clausula olvidada. Ay, cari, mira, falta una aquí y aquí, debajo de la firma del notario, y luego echamos otro ¿No les parece un poco frío? Pues esa ha sido la razón de mi ruptura. Si leen u oyen algo distinto en algún programa de esos que ya saben no hagan caso. Simplemente, yo soy un romántico y ella es tan pobre que sólo tiene dinero (bueno, alguna cosilla más que por despecho omito)
Paco Miranda, «pianista de oído», in memoriam
Hace 2 semanas
No hay comentarios:
Publicar un comentario