3 de septiembre de 2006

De aquí a la eternidad


Que Chavez es venezolano no lo puede negar. Su pasión por los culebrones le ha llevado, con la inestimable connivencia del gobierno cubano, a ser coprotagonista de un 'reality show' que, para qué engañarnos, resulta sonrojante. No contento con su papel protagonista también se ha erigido en portavoz del equipo médico habitual que atiende a Castro. Al menos se le agradece que despoje los partes del argot sanitario. Él todo lo resume en si el comandante va p'alante o p'atrás. Un anciano enfermo no debería prestarse a estos melodramas tipo 'De aquí a la eternidad' sin Lancaster ni Deborah Kerr ni, por supuesto, beso final. Ya saben que la salida del armario está tan mal vista en la isla como una whopper doble de queso. No sé si es cosa del márketing revolucionario o qué, pero, en mi modesta opinión, la 'performance' se antoja contraproducente. Ofrece esa versión paternalista del político que se tiene por iluminado e indispensable. Mejor harían los colaboradores de Fidel en allanar el camino a lo que debe ser una transición capitaneada por los ciudadanos. La muerte es la única certeza de la vida. Y ese axioma nos afectará, tarde o temprano, a todos. Entonces, nos será igual que la Historia, con mayúsculas, nos absuelva o nos metan un dedo en el ojo. Sin embargo, quedarán miles de cubanas y cubanos que se merecen lo mejor sin ayudas de tito Bush ni rebuznos procedentes de los 'demócratas de toda la vida' de Miami. Habrá algún día que Castro no estará pero Cuba seguirá. Las parafernalias, las consignas, las banderolas, los himnos y los megaretratos ponen el atrezzo pero no dan soluciones. Tampoco las visitas de Chavez son milagrosas por mucho que se emocione más que cuando veía a su primera novia (pobre mujer, gustarle más a su Hugo un tío talludo y con barba) y por mucho que halague el papel de Fidel. La amistad es el sentimiento más noble pero cuando sirve de soporte a un ejercicio tan descarado de exhibicionismo pierde su valor. Claro que tampoco el colegueo de ambos les saca las castañas del fuego a los cubanos. Y ellos deberían ser los únicos protagonistas. Esperemos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los abrazos de los dos mandamases de Cuba y Venezuela, les vienen bien a los dos.A Fidel para que no le falte el petróleo para así seguir alargando la agonía de un régimen que ya está finiquitado, y a Chávez para tener mejores asistencias sanitarias en su país y acabar con parte del analfabetismo .Los dos se necesitan, pero a Chávez le ha elegido el pueblo en repetidas ocasiones y a Fidel no.

cambalache dijo...

Es cierto. No es un matiz menor