3 de septiembre de 2006

Chaparrón de fascículos

El aluvión de fascículos con la llegada de septiembre se ha convertido por derecho propio en una tradición tan española como tirar una cabra de un campanario (qué bonitos y entrañables festejos) o los divorcios de Álvarez Cascos. De entre todos, y son cientos, me ha llamado la atención un serial sobre los grandes enigmas del siglo XX. Si viniera en el primero y el segundo número la resolución de algunos de los misterios que más me desazonan, me los llevaba a casa fijo. Ya se sabe que el tercero y siguientes lo compran cuatro gatos. Como mi quiosquero de cabecera es de confianza, pese a ser del Atleti, le pediré permiso para echar un vistazo ¿Vendrá cómo llegó a ser actor Emilio Aragón? ¿Acaso encontraré entre sus páginas a quién se le ocurrió el disco de Jesulín? ¿Por ventura sabremos cuántos hijos tiene Pajares? ¿Nos esclarecerá de qué vivió don Jaime de Mora y Aragón? ¿En qué academia aprendió Ansar a perpetrar el inglés? ¿Por qué los punkis llevan siempre perro y flauta? ¿Ha adivinado algo Rappel?¿Con cuántas churris retozó Ronaldo? Como ven, yo soy más de los fascículos de corte intelectual. Aquellos que requieren manufactura me repelen. Sacan el manazas que hay dentro de mí. Claro que, en mi descargo, los juguetitos se las traen. Ya está a la venta, lo habrán visto en la tele, las primeras piezas de un avión de época que requiere construirlo en el desierto del Sahara. No admite salones más pequeños tal es su dimensión. Luego dicen que vuela y todo, pero imagino que tras el millón y medio de fasciculos y sus pertinentes piezas que precisara su construcción, se verán obligados a sacar otros tantos para proyectar baldosa a baldosa una pista de despegue. En el termino medio, digamos ni fú ni fá, están las réplicas de coches de época, muñecas de porcelana, ositos de peluche, naipes, pelucos antiguos, plumas históricas, cajitas de música, abanicos, orinales, casas de muñecas, consoladores exóticos, barbies, madelmanes y así hasta que en este mes que ahora comienza el quiosco parece un bazar marroquí del que emergen las blasfemias de Toñín que no sabe si ponerse alguna de las ofertas de peineta pues no le caben en su diminuto negocio. En estas fechas ni se le ocurra pedir Revista de Occidente porque seguro que sólo le dan una página y hasta la semana siguiente no podrá comprar la otra. Entre los fascículos y su cartonaje, enorme aunque sean para coleccionistas de chinches, las publicaciones que regalan sandalias o pamelas fin de temporada, los deuvedés y demás accesorios, le he pedido a mi frutero que me envuelva los tomates en el periódico del día anterior. Como casi siempre viene lo mismo, pues me ahorro un pico y me evito tener que buscar por GPS a mi quiosquero entre las cajas de embalaje.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Contenta de verte de nuevo en mi primer día de cole, Cambalache.
Gracias por la información sobre los nuevos coleccionables de la temporada, veo que otro año más me voy a quedar con las ganas de "Como aprender chino sin olvidar el castellano". Recuerda, si algún día ves algo parecido me lo dices.

Saludos!

cambalache dijo...

Hola. Encantado de saber de tí de nuevo. Estaré al tanto