21 de septiembre de 2006

¿Cómo no se va a cocer?

Qué ingratos deben ser los hijos. Toda la vida peleando por ellos, y en el caso de Mel Gibson es literal porque hostias ha dado a mansalva, para que luego te la jueguen así sin anestesia ni nada. Su única hija de entre siete vástagos ha colgado los hábitos y se ha casado con un rockero. Eso sí que es un cambio y no las mechas en el pelo. Luego el pobre se cuece y le pillan ¿Cómo no se va a cocer el muchacho con esos sofocones? El amor es a veces incontrolable pero, en esta ocasión, además ha sido inoportuno. Mel había ingresado en agosto en una clínica para tratarse lo suyo y todo su gozo en el pozo. Cuando había cambiado los 'guisquises' por los 'isostares' viene la niña y se sale de monja para copular con un greñudo músico. Hija mía, piano piano. No digo yo que te quedes en el convento de clausura por no disgustar a papi, pero, por Dios, y nunca mejor dicho, mesura pequeña Hannah. Podías haberle preparado con algunos trucos previos. No sé. Haber coqueteado primero con un seminarista de jersey de pico y gafas de concha que te cantara canciones country, llevarle unos pastelitos artesanales a la clínica para que mojara en los líquidos isotónicos mientras le insinuabas el debilitamiento de tu fe en beneficio de la carne, subirte poco a poco el dobladillo del hábito para que se percatara de que dentro de esas telas moraba una persona nueva. En fin, esas armas de mujer que tan bien conocéis. Cualquier cosa antes de pasar de súbito del canto gregoriano a AC/DC aunque sean paisanos de tu progenitor y, por supuesto, mucho más divertidos. Ya saben que el protagonista de Arma Letal y tal es bastante meapilillas aunque en versión ruda y fogosa y también que es tildado de 'ultraconservador'. Cabe recordar que le califican de ese modo en EEUU o sea que imaginénse que adjetivo deberíamos desempolvar en la vieja Europa. Como homenaje a sus inquietudes espirituales, Mel dirigió y protagonizó un largometraje sobre la Pasión de Jesucristo en la que, al parecer, ya que no la he visto aunque no es difícil saber cómo acaba, convierte al cine gore en una película de Walt Disney. Venga sangre y más sangre. Le veo un poco desubicado a Mel. Me preocupa. Esas 'tajás' que se pilla no barruntan nada bueno y ahora esta faena. Eso sí, por lo menos la niña tuvo la deferencia de casarse en una de las iglesias construidas con los dólares de su padre. Claro que no se sabe bien si es por razones sentimentales o por ahorrarse unos dinerillos en la ceremonia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se me adelantó el rockero.Con el morbo que me da´n a mí los hábitos, si llego a saber que la sor estaba predispuesta a yacer con macho, la tiro los tejos, a pesar de tener a semejante elemento por suegro.

cambalache dijo...

Sí, la verdad es que es para pensárselo