20 de agosto de 2006

Grazie mile

Grazie mile Cavaliere. Andaba yo sumido y aletargado en este lánguido verano cuando ha venido usted a darme el alegrón. Sólo por la espera de su segundo disco ya merece la pena aguantar estos anodinos días. Con usted no puede ni la puñetera democracia. Mira que no salir elegido de nuevo presidente. Yo me alegré en su momento pero vista la venganza que prepara no sé si no me sobrepasé en mi júbilo. Don Silvio, me asombra su absoluta modestia, su discreción, su aversión a ser protagonista. Nunca sabré si tiene más ego que dinero. Qué mal lleva eso de no salir en las fotos poniendo los cuernecillos por detrás a algún mandatario europeo. Cómo se lo pasaba ¿verdad? allí partiendo el bacalao y entre acuerdo y acuerdo o bronquilla y bronquilla algún chiste picaruelo o alguna anécdota de sus inigualables 'mama chicho', esa grandísima contribución a la cultura europea que para siempre irá unida a sus inquietudes intelectuales. Ahora amenaza con su segundo cedé y esta vez va a cantar usted. Aunque bien es verdad que usted el cante, lo ha dado muchas veces. Ya hizo sus pinitos como compositor pero, preso del ocio, ha tenido tiempo de hacer gárgaras y aclarar la voz y se ha lanzado a dar la murga a los italianos ¿No sería mejor convocar de nuevo elecciones y tenerle así entretenido? Piénsenlo seriamente porque, como el disco no triunfe, y aunque la tecnología es casi mágica al señor Berlusconi le tiene que costar cantar con tanto estiramiento de mejilla, capaz es de subirse en pelotilla picada a la Fontana di Trevi y amenazar con tirarse si no le nombran de nuevo mandamás de tutti o, por lo menos, le cae algún carguito de campanillas, de esos para fardar. Ya se ha olvidado casi hasta del fútbol. Todo se le queda pequeño a esta reencarnación peseterilla y tosca de su paisano Leonardo da Vinci. Recuerden que, después de la que armó al no aceptar su derrota en las urnas, algo desde luego incomprensible para este estadista, incluso llegó a hacerse construir en uno de sus modestos palacetes una reproducción del salón donde celebraba los Consejos de Ministros. Qué tipo. Y, aviso a navegantes, cuidadín con comprar el cedé en el top manta que, con los recursos que maneja, puedes acabar en una cuneta con las piernas partidas y que haya parecido un accidente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Silvione está en las antípodas del hombre más listo del mundo en lo concerniente a la fama.¿Por qué será?