25 de mayo de 2006

Salvemos el Albéniz

Ahora todos lo quieren salvar pero, no se olvide, que hay culpables de su condena. Un plan urbanístico de 1997 declaraba el uso exclusivo como teatro del Albéniz, un fallo judicial derivado de una demanda de los propietarios eliminó este requisito y daba vía libre así a su posible demolición y cambio de uso de ocio o comercial. En ese año quienes podían, las administraciones local y autonómica, miraron para otro lado y ni siquiera se molestaron en recurrir la sentencia, ganar tiempo y buscar una solución. Ahora los actores han salido en masa a la calle y ellos y los espectadores lo harán de nuevo dentro de unas días. Ha faltado este espontáneo movimiento para que ahora, a buenas horas, salgan todos los salvadores. Que si es un teatro emblemático de Madrid, que si es un espacio cultural de gran calidad (más de 130.000 espectadores al año) que si tal y que si cual. Por cierto, la marquesa-presidenta, a quien con tanta benevolencia se trata como merece tan ínclita aristócrata, comprometía su compra en el apartado nueve de su programa cultural con el que llegó, en segunda ronda, al poder. Otro desliz, qué se le va a hacer, nadie es perfecto. Habrá que colocar esa promesa en las listas de espera que tan bien se la da apañar. El libre mercado tiene estas cosas, que si es más rentable una franquicia de hamburguesas que un teatro o un cine, pues nada, se cambia la calificación y a trincar. Al fin y al cabo entre comerte una whopper doble y ver una obra de O'Neill hay un solo paso; además en la obra no puedes pedir que te echen más cebolla y ponerte ciego con el ketchup. Para los más suspicaces, que me alegro que los haya porque así uno agudiza la memoria y se documenta, sólo aportar un único pero elocuente dato: en la Gran Vía y su entorno se han cerrado once cines en lo que va de año. Ahora podrán ser tiendas, oficinas e incluso viviendas. No soy tan lerdo, a pesar de ser periodista de oficio, para exigir que un empresario asuma pérdidas constantes en su actividad ni tan listo para solucionar el problema de un plumazo. Tampoco me pagan para ello; pagamos a los políticos para que nos den soluciones, no para que nos busquen más problemas y, para mi, despojar a la Gran Vía de sus cines, su cartelería y su bullicio ajeno a las bolsas de las rebajas lo es. Por lo tanto, si hay que arrimar el hombro que se arrime. Cuando el PP anunció el Parque de la Warner como solución a todos los problemas del mundo mundial y, por supuesto de Madrid, se invirtieron miles de millones de pesetas. Ahora la Comunidad admite que se tiraron a la basura, que Piolín no era tan enrollado y que el parque es una verdadera ruina. Esos son los negocios que molan; parques temáticos con muñecos norteamericanos pagados con dinero de los madrileñitos. A los teatros que les den; con fino estilo, mucha voluntad, pero que les den. Cuánto desliz señor mío.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El dinero hay que gastarlo en americanizar al personal con esos maravillosos parques temáticos.Para cultura nada de nada, que luego el personal aprende a ser respondón.Muy mala gente son los actores y adictos al teatro, así es que les zurzan, dirá la marquesita.

cambalache dijo...

Bueno ya sabes que es despistada aunque esta vez tiene el teatro a veinte metros de su despacho. No se puede estar en todo. Un saludo