Otro 'moro' apuñalado

En la madrugada de ayer un joven marroquí de 24 años fue apuñalado en una reyerta. Escrito así, con la frialdad de un teletipo, los comentarios que suscitaría serían en su mayoría idénticos. Bastaría subirse a un taxi (con las correspondientes excepciones) para que el conductor se permitiera la licencia, sin conocerte de nada, de arremeter contra los 'putos negros' o los 'putos moros' que nos vienen a robar o a quitarnos el trabajo. No descalifico al colectivo, hablo de mis numerosas experiencias. Igual ha sido la mala suerte. Esta vez, sin embargo, el suceso acaso tenga menor repercusión. El marroquí herido no robaba a nadie, trataba de mediar en una pelea entre ciudadanos chinos y se llevó la peor parte. Mi barrio de Madrid, entonces la periferia, fue uno de los primeros que acogió a ciudadanos magrebíes hasta el punto que formaron un equipo de fútbol que competía en las ligas de la zona. Algunos echaron raíces y les 'españolizamos' sus nombres con su consentimiento. Manolo era uno de ellos. Una persona trabajadora e intachable a quien ahora, y bien que me alegro, le acaban de conceder un estupendo piso de protección oficial. Es curioso, bueno es injusto y absurdo, que el marroquí en Lavapiés sea un 'puto moro' y en Marbella, con los mismos rasgos, pero ataviado con chilaba de seda y séquito de limusinas sea un jeque y cualquier occidental curve la raspa a su paso. El negro es puto negro pero si es Michael Jordan te mueres por hacerte una foto con él. En fin, que como casi todo, es cuestión de dinero. Sé que hay marroqués peligrosos en Lavapiés, que no son de fiar y que son mala gente, pero ¿qué tiene que ver su origen o su color de piel? ¿Qué éramos nosotros en Alemania no hace tanto? ¿A quienes quitábamos los trabajos? ¿a los ingenieros o a los físicos nucleares? Qué poca memoria. Lo que es seguro es que el marroquí herido ayer no se hará famoso por intentar evitar una tragedia hubiera sido mejor para su reconocimiento social que la hubiera provocado.