12 de mayo de 2006

Dejen de insultar a los payasos


Tengo buenos amigos payasos y malabaristas que han recorrido el mundo olvidado por los poderosos para llevar en sus mochilas sonrisas para los pequeños y no tan pequeños. Mientras algunos políticos, casi siempre los mismos, usan este término de payaso para insultarse entre sí, mis amigos payasos les dan a cada momento un ejemplo de generosidad y les demuestran que no les llegan ni a la suela de los zapatos. Este individuo que aparece a la derecha, como no podía ser menos, se llama Vicente Martínez Pujalte y va a ser causante de que rompa una de mis máximas más firmes que pasa por mostrar una indiferencia proporcional al grado de estulticia que se cometa. Sin embargo debe ser porque ayer fue un día especialmente aciago para la democracia o, acaso, por algo más prosaico como es haber recibido de Hacienda mi correspondiente carta de pago de impuestos. En mi familia jamás se hizo una declaración de la renta. No se trataba de un ejemplo más de escaqueo fiscal, simplemente no teníamos nada que defraudar y los ingresos de mis padres siempre estuvieron por debajo de los límites de la declaración. Digamos que las Administraciones se compadecían. Bastante teníamos con llegar a fin de mes pensarían con buen criterio. Para mi pagar a Hacienda, aunque parezca que me he desayunado un barreño de absenta, ha sido siempre un privilegio. Evidencia que, gracias a las escaleras que fregó mi madre y a las muchas horas de duro trabajo de mi fallecido padre, he podido cumplir su sueño: tener un oficio digno y un sueldo que me permite vivir con comodidad y colaborar con mi dinero a que este país sea mejor. Lo malo es que mi parte alicuota también va a parar a pagar el holgado sueldo de los pujaltes de turno. Es indignante que no sólo tengas que aguantar el bochorno y tragarte la vergüenza ajena sino que, además, tengas que subvencionarlo. Llamar payaso a Pujalte es hacerle un favor al que no cederé. Este tipo con aspecto de apoderado de novillero ya ha pasado a la historia de la democracia por ser el primer diputado expulsado del hemiciclo. Su orgullo debe ser máximo, saliendo por la puerta grande, jaleado por los suyos como si le hubieran dado un Óscar. Muy bien Vicente eres un monstruo, te has salido, les has dejado de piedra, olé tus cojones, ya eres un martir de la democracia. Qué gran hazaña, señor Pujalte, ya se lo podrá contar a sus hijos si los tiene y luego reconvenirles cuando ellos se porten mal en el cole. Por una casualidad, qué cosas tan fortuitas, en la Asamblea de Madrid los diputados del PP habían preparado una 'performance' bajo la sonrisilla cómplice de la marquesa-presidenta. Sus señorías (qué tratamiento tan grandilocuente para gente de tan menor categoría) lucieron unas esposas de mentirijillas mientras pedían la dimisión del ministro Alonso. Supongo que eran de mentirijillas ¿o eran de las de verdad, de las que se usaban para detener a sospechosos rojos en los tiempos de su venerado Manuel Fraga?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Eres un monstruo.

cambalache dijo...

Tú si que eres feo

Anónimo dijo...

Cojonudos los dos comentarios.
Del artículo, pues eso, como siempre dando en el clavo con fina ironía.
Cuando acabes la novela, das un toque, pues intuyo que debe ser buena.

cambalache dijo...

Muchas gracias. Ya tengo una que presenté en la última Feria del Libro y está en las librerias. La próxima será para diciembre y es totalmente distinta. Si te interesa la primera (más generacional y creo que divertida) se titula 'Las miserias del héroe' y está editada por InÉditor. La otra es totalmente distinta. Y aquí andamos ahora con otra y con estos desahogos que me vienen muy bien. Muy agradecido por tu fidelidad y por este contacto cibernético.