28 de abril de 2006

Nunca es tarde

Aviso a navegantes. Amenazo con una sinopsis de batallita abuelo Cebolleta. A tiempo están de sacar provecho a este tiempo viendo la tele, oyendo la Cope, amena emisora, o haciendo un Sudoku. En caso contrario y en uso de la libertad de cada cual, me remonto al año 1978. Era yo en esas fechas lejanas un zagal de corte travoltista fundamentalista, en concreto de la corriente lumpen proletariado. Esta subsección se caracterizaba, fundamentalmente, por la sustitución de la chupa de cuero por una imitación pésima de escai (qué eficaz el diccionario de dudas) que con el paso de los bailes que nos marcábamos se iba despellejando y evidenciaba los escuetos recursos de nuestras familias. Aun así entre algún ahorrillo derivado de las máquinas petaco y los futbolines, de cuando en cuando nos daba para comprar un LP. Yo me llevé el de Grease de El Corte Inglés (vamos que lo aboné, costumbre burguesa que entre los colegas del barrio no estaba muy extendida). Llegué a casa excitado y fue ponerlo y empezar a saltar como un canguro después de la ingesta de un tripi. De nada valió el recurso más eficaz que conocíamos de poner una peseta o un duro (en menos ocasiones) encima de la aguja. Con una indignación irrefrenable fui a cambiarlo y se habían agotado las existencias. Desesperado me di una vuelta por los estantes y vi un LP de un tipo del que todos habíamos oído hablar pero que casi ninguno, por entonces, conocíamos. Dylan acababa de publicar Streel Legal y, tras el hundimiento inicial, opté por probar y me lo llevé a casa. Desde entonces, voy resumiendo, milité en la secta dylaniana hasta el punto que guardo en casa recortes de aquellos años, poseo la discografía casi completa (toda es prácticamente imposible), bibliografía abundante y no me duelen prendas, a pesar de algunas discrepancias que justifican estas palabras, en decir que, a mi juicio, es el juglar más importante de la música popular y, sin duda, el artista que más ha influido en otros músicos. Poeta sublime, persona enigmática, transgresor, pionero en casi todo, la figura de Dylan figurará entre la corta lista de verdaderos genios. En verano de 1984 dio su primer concierto en España. Yo viajé desde Santander a Madrid sólo para verle y después de dos horas de Carlos Santana que se hicieron interminables allí estaba. Ni cantaba bien ni tocaba la guitarra bien pero para los apóstoles que allí nos congregábamos era nuestro Dios. El primer volumen de sus grandes éxitos me lo grabó el hermano de un amigo en una cinta de curso de inglés que reutilizabámos poniendo celo en los agujeritos para poder grabar encima. Como ven cuando el dinero es escaso los recursos son múltiples. Juro que lo puse tantas veces que hasta mi madre cambió a la Piquer por el Blowin in the Wind. Pues bien, Dylan viene a San Sebastián a dar un concierto por la paz y todo este rollo que les he soltado se sustenta sólo en una pregunta que también flota en el viento: ¿dónde estuvo tu voz nasal y única durante la guerra de Irak? ¿dejaste toda tu furia en oponerte a Vietnam? Algunos te echamos de menos junto a Tim Robbins, la maravillosa Sarandon o el guaperas y estupendo George Clooney. La paz es indivisible como la patria en tiempos de Franco y algunos que, aún así, te reverenciamos porque eres el más grandes pero por fortuna humano, no esperábamos del autor de 'Señores de la guerra' un silencio que en tiempos de genocidios enloquecidos siempre se convierte en clamor. De todos modos, bienvenido seas maestro. Nunca es tarde para cantar por la paz. Lástima que miles de iraquíes inocentes ya no puedan oírte.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca he sido un seguidor de Dylan, aunque no me disgustaba.
Hace años, se metió a esa cosa mística de la religión, y me imagino que se endiosaría.Hay que echarle huevos, a estas alturas y con lo que habrá vivido,meterse en esas historias.Para mí eso es un síntoma de mediocridad mental.Así es que de mi parte ...ke le den.

cambalache dijo...

Dicho queda.

Anónimo dijo...

Bueno tengo que decir, que aparte de coincidir una vez más contigo, Cambalache, en mi gusto por Dylan, aunque no tenga casi toda la discografia, a mi lo que verdaderamente me ha emocionado ha sido lo de "...en una cinta de curso de inglés que reutilizabámos poniendo celo en los agujeritos para poder grabar encima.." De verdad, así, sencillamente has conseguido emocionarme, han vuelto los momentos de grabaciones accidentales en aquellos radiocassettes negros y cuadrados. Y que decir lo de la moneda de duro, cuando no de cinco duros, como lo oyes! puesta encima de la aguja de mi flamante tocadisdos .. INENARRABLE, INDESCRIPTIBLE, INMEJORABLE, Cambalache.
PD.Por cierto, yo contaba con la inestimable colaboración de mi madrina que todas las navidades me obsequiaba con el ultimo grito y surperventas del Corte Inglés: Pecos,Grease,Village People, y un largo etc, sin desperdicio..