27 de abril de 2006

El loro chivato

Me parece un acto de petulancia hablar mucho de uno pero en este caso sólo aportaré un dato biográfico para justificar el porqué de este artículo. Hace ahora tres años que dejé de beber, no fumo opiáceos desde que debutó Massiel y paso por ser un ciudadano normal aunque no esté pagando una hipoteca (soy inquilino no propietario eh, que yo no soy concejal de Marbella). Acabo de leer (por dos veces por si había sufrido un desvarío momentáneo) que en Argentina un loro de nombre Pepo ha estado detenido durante cinco días hasta que le han arrancado el nombre de su dueño. Hago un pequeño inciso por si alguien quiere reírse pero la cosa es seria. Al parecer Pepo se fue de su casa a la del vecino y cuando los dueños del pajarraco reclamaron su propiedad los de al lado les dijeron que nones porque se lo habían encontrado. El grave litigio puso de inmediato los mecanismos de la justicia argentina y un grupo especial comandado por Piolín (ésto ya es una aportación personal) se puso manos a la obra. De momento la primera conclusión es que la justicia argentina funciona mucho más rápido que la española porque si llega a surgir aquí el incidente, cuando quieran cerrar el caso el loro está ya disecado en el museo del tal Roca junto al tigre o la jirafa (por cierto, ¿no es suficiente el mal gusto de este presunto chorizo marbellí para abrirle un procedimiento penal?) El caso es que después de privarle de las pipas durante un largo periodo y de enseñarle fotos de pollos asados, el loro se derrumbó y cantó el nombre de Jorge y de esa manera esclareció parte del misterio. No sabe el loro Pepo la suerte que ha tenido en confesar en estos tiempos porque si es en tiempos de Videla le asan al minuto y se lo comen sin patatas. Y he dicho que sólo parte del misterio porque seguro que el loro no ha tenido ni abogado de oficio ni traductor y nadie se ha preocupado por las razones que le llevaron a esta evasión. Me parece un agravio comparativo que el Congreso vaya a tratar una carta de derechos de los simios y dejen a otros animales fuera que tienen tantas o más necesidades que los monos. Que se lo pregunten a Pepo; bueno, mejor no, que no le pregunten más porque creo que, después del sometimiento a las largas sesiones de flexo pegado al pico, ha solicitado el cambio de sexo para convertirse en gorrión y seguro que no se lo paga la Seguridad Social y a los monos sí. Qué injusticias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Con esto de dar más derechos a los simios,por lo que se parecen a los humanos en un 99%,no está mal que también se reconozca a los loros un estatus al menos igual, ya que hablan también.No sé que porcentaje de cromosomas compartimos, pero lo que sí es cierto es que hay o habemos muchos loros entre los humanos.

cambalache dijo...

Yo conozco a varios que dejan a los loros a la altura de Harpo Marx. Menos mal que mi capacidad de abstracción es casi infinita