Cagada de lince

Por fin tenemos un noticia de alcance que echarnos a la boca (bueno tratándose de lo que se trata quizás el tópico no sea el más adecuado). Una cagada (presunta) de lince ha afilado las lanzas de los políticos. Como sabrán, el hallazgo de un excremento de este animal en extinción tiene en vilo el proyecto de una carretera. Esperanza Aguirre (qué esclavitudes tiene el cargo, una señora tan fina teniendo que terciar en tamaña marranada) dice que la cagada de lince no implica que haya lince. Es decir que el lince bien pudiera haber cagado en el sitio en cuestión hace un mes y haberse ido en un viaje de oferta de Viajes Halcón. Los defensores de la teoría contraria sostienen que si hay cagada hay lince y que, por lo tanto, hasta que no aparezca, aunque sea disecado, ahí no se remueve ni un gramo de tierra. A esta pugna se ha sumado hace sólo unas horas la teoría del consejero del ramo que deja caer que no es que no se fíe del profesor que la ha encontrado (la cagada) pero que igual no estaba allí y que en fin. Más o menos, el consejero de Espe, viene a insinuar, aunque no se atreva abiertamente a decirlo, que el profesor en cuestión igual llevaba la boñiga en el bolsillo junto al bonometro y la ha dejado caer tontamente para paralizar la carretera en cuestión. Es más, incluso barajan la hipótesis que el pérfido socialista Simancas o la ministra Narbona hayan hecho este trabajo sucio (nunca mejor dicho) para desestabilizar al gobierno de la presidenta-marquesa. Y saben que el PP, puesto a elucubrar, es único tanto al menos como el lince. Desde la aparición de las caras de Belmez (lo más jóvenes que naveguen y se informen de la referencia) no hallo un misterio más acongojante en la reciente historia de España. Sabemos que hay cagada, pero ¿hubo o hay lince? ¿acaso esté disecado sobre el televisor de plasma de algún torero hortera? ¿quizás alguna marquesona lleve su piel como estola con las uñitas del pobre animal rascando su perfumado canalillo? Prometo estar en ello.