19 de enero de 2006

A mí la Legión

Nada es lo que era. Ni siquiera la Legión, ese reducto de hombres de pelo en pecho escarolado, henchidos de arrojo y gallardía, machos como los que ya no quedan. Un capitán del Tercio se ha despachado en un periódico y ha dicho que si no fuera por la familia y por sus hijos se presentaba en Madrid, a lomos de la famosa cabra si fuese necesario, a cantarles las cuarenta a estos tipos del gobierno. No hombre no, mi capitán, antes la patria estaba por encima de todo. Ya sabe que el himno habla de novios de la muerte y no de padres ejemplares. No sé si usted eligió comandar la bandera Comandante Franco pero desde luego le viene que ni pintado. Admito que la cosa ya empieza a escamarme. Día a día me doy cuenta que el PP ha perdido el bonobús con el que pretendía emprender su viaje al centro. Un senador compara la llegada de Zapatero al poder con el golpista Tejero; el jefe Acebes le regaña con la boca pequeña pero ahí queda el lodo y la mierda con la que se quiere enterrar el derecho democrático e irrenunciable de votar a quien consideres oportuno. Para ponerme a la altura de las circunstancias, digamos que a quien te salga de los cojones u órgano equiparable en sexo distinto. Ya está bien. Ya está bien de mandar a la infantería de Génova a rebuznar y que las jerarquías del partido se rían por los bajini y luego les reconvengan en público para felicitarles en privado. Una palmadita en la espalda; qué bien has estado con lo de Tejero machote; hay que ver qué graciosos somos. Estos individuos dejan el calificativo impresentable en un elogio. No hace ni unas horas el presidente de Melilla, o algo parecido, elude responder a las declaraciones del capitán de la Legión y se desmarca de semejante barbaridad con el argumento deleznable de que cuando estas cosas pasan por algo será. No le falta razón, la densidad de cenutrios por metro cuadrado que alberga este país debe de tener mucho que ver.

No hay comentarios: