3 de noviembre de 2005

Una de hooligans

En Madrid el cielo está plomizo y amenaza lluvia pero se diría que no hay nubes negras y encrespadas que anuncien el fin del mundo. Lo digo porque ayer se debatió en el Congreso el Estatut y parece que no ha pasado nada. Cuánto lo siento señor Rajoy. La actitud de los diputados del PP en el Parlamento es toda una lección magistral de lo que es la derecha. Yo, si fuese el presidente Marín, Dios me libre, ni siquiera les llamaría la atención. Les dejaría durante minutos y horas si fuese preciso berreando y pateando para que los españoles que no lo sepan, pocos sin duda, conozcan de primera mano el concepto de la democracia que gastan sus señorías. Un nítido ejemplo fue el propio don Mariano. Su interés por el debate era tal que soltaba los exabruptos, insultaba al presidente del Gobierno, se iba y volvía para reanudar los insultos. Estoy convencido que si alguien le hubiese propuesto cambiar el texto de cabo a rabo con las propuestas del PP ni se hubiera enterado. Le hubieran dado cuerda y hubiera dicho lo mismo porque aquí no se trata de dialogar y convencer sino de soltar ante las cámaras que el único problema de España es que sus ciudadanos se empeñaron en hacer presidente a Zapatero. Lo demás no importa.

1 comentario:

Wallias dijo...

OLÉ!

Si señor