¿Quién se acuerda ya de los subsaharianos? ¿de las viviendas convertidas en un lujo en vez de un derecho? ¿de los contratos más efimeros que temporales? ¿quién se atreve a estropear este momento? Periodismo de investigación en estado puro: ¿cuánto has pesado? ¿a quién se parece? ¿llora mucho? Sí, señores. Ha nacido Leonor. Lo demás es pura filfa. Como republicano me resulta indiferente la procreación de la familia real, como periodista me averguenza el exceso demencial al que se nos somete. La monarquía es una institución anacrónica y la cobertura informativa es de vergüenza ajena. Conexiones en directo, cámaras por doquier, microfónos a tutiplén, álbumes de fotos, el embarazo paso a paso, cómo se conocieron, quién les regalo qué cosa, cuántos telegrámas han llegado a la clínica, longitud y tiempo del primer pipí, entrevistas en directo a ciudadanos impresionados por tamaña noticia. Y lo peor no es la sobrecarga sino la unanimidad mediática. No es cosa del papel couché, que sería lo suyo, sino que también los diarios que luego alardean de estar en la primera división mundial nos atufan con el evento. Me resulta absolutamente desolador. Especiales, cuadernillos, despliegue fotográfico, viñetas, reacciones del amigo lejano del primo segundo de la princesa Letizia, el saludo del cabo primero que una tarde vio al Príncipe a dos kilómetros en la visita a su base militar. Y luego, ellos. Los políticos, no todos, bien es cierto. Zapatero leyendo la declaración institucional con la solemnidad de una declaración de guerra, Rajoy aprovechando para decir que, desde hoy, nuestra Leonor refuerza su teoría sobre la unidad de España. Bien es cierto que a don Mariano le hubiera valido igual que los Príncipes hubieran adoptado un canario. En suma, ¡¡¡socorro!!!
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