23 de noviembre de 2005

Una calle para don Jaime

En un alarde de actividad impropio de mi persona me he molestado en escudriñar cuáles son los requisitos fijados para que un ilustre ciudadano pase a la posteridad prestando su nombre a una calle o espacio público. Entre ellos está que su figura honre a la ciudad. Ante la polémica suscitada por la propuesta del PP para que el periodista Jaime Campmany sea uno de estos elegidos también me moleste en entresacar algunas pinceladas literarias de este hombre. Dice la concejala Alicia Moreno que se otorga ese honor por ser un periodista de raza. Basta un somero repaso a sus artículos para comprobar que este 'periodista de raza' edificó su prolongada carrera sobre el insulto, el desprecio y la descalificación. No creo que sea necesaria discusión alguna. Basta con preguntarle al señor alcalde si merece una calle, si honra a la ciudad, un hombre que escribe, por ejemplo, "espero con impaciencia la actitud digna y la reacción airada del concejal mariconzón Pedro Zerolo y del candidato Mendiluce, no menos que el otro", o "hay efebos y amazonas que no se conforman con salir del armario sino que además lo hacen retadoramente y se van a las manifestaciones callejeras del orgullo gay como si los que tuviéramos que avergonzarnos de la sexualidad natural y reproductora fuésemos los ingenuos imitadores de Adán y Eva". Acaso sea por sus diatribas contra los musulmanes o acaso el honor recaiga en él por su contribución a la convivencia entre todos los ciudadanos. Léase si no "el problema de España son dos. Uno se llama País Vasco y es un problema viejo, continuo y sin fin, y a veces, como ahora desde hace treinta años, sangriento y sangrante. El otro se llama Cataluña". Todo un ejemplo de tolerancia, sin duda. Ni siquiera merecer colocar en primer plano su currículo aunque tampoco conviene olvidar que este 'periodista de raza' fue director del diario Arriba, es decir, vocero de un régimen fascista y asesino o presidente de la Asociación del Espectáculo y, en su condición de tal, represor de actores por el grave pecado de reclamar un día de descanso. En suma, ¿én alguien concurren más méritos? Desde este humilde rincón propongo una avenida Jaime Campmany para que los vecinos no se olviden de quien fue y traten de no imitarle en nada.

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