Ya se han preparado la mitra de camuflaje y están velando armas. Los obispos se han echado al monte y le han cogido gustillo a eso de las 'manis'. Es lo que tiene esto de salir a la calle a protestar. Sales una vez y te engancha. No hay más que ver a los mandamases del PP. Desde que su líder espiritual, Jose Aznar, acuñó el término 'pancartero', acaso una de sus mayores contribuciones a la democracia, están desatados. Claro que ellos no son pancarteros sino discrepantes. 'Espe' ya ha hecho acopio del 'kit' de manifa y se ha comprado unas zapatillas rosa fucsia con cámara de aire y un monopatín para llegar a tiempo a todas las que pueda. Ella, como es mujer de posibles, debe ensayar en el jardín de la casa con el servicio las consignas y los gritos desaforados. Para la del próximo sábado en contra de la Ley de Educación tendrá la suerte además de ahorrarse ir a misa al día siguiente ya que podrá comulgar entre improperio e improperio. Unos cuantos obispos irán de su brazo para frenar el galopante laicismo que asola a nuestra patria sólo comparable a los aires de disgregación que amenazan con su total división y ruptura. Si no fuera por la Iglesia (los que mandan en ella para ser más exactos) qué sería de nosotros. No contentos con fumigarnos el alma nos quieren salvar de las huestes socialcomunistas. Qué rancio. Qué sonrojo. Anda que no han tenido oportunidades de hacerse ver más allá de sus confortables oficinas. No han movido un dedo mientras la gente de bien clamaba contra la pobreza o contra la guerra; pero ahí los tienen, desmelenados contra un gobierno democrático. En cuanto rascas un poco aflora la tradición y la historia. Son los mismos que se oponen a la libertad personal de cada cual, al uso del condón o a que usted o yo nos casemos con quien nos pueda soportar o con quien nos dé la real gana. Por ahí sí que no pasan. Sin embargo, los niños y los ancianos achicharrados o comidos por las moscas no merecen más que el silencio y la complicidad. Eso sí, hay que estudiar religión aunque a ellos les haya servido para bien poco. Pase que quitaran como asignatura la Formación del Espíritu Nacional, pero ya está bien de libertinaje y, por cierto, ya está bien de mentiras. Mentiras de obispo que, a pesar del cargo, digo yo que también serán pecado.
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